Tuesday, July 26, 2005

Misión Abortada (Parte 3)


Lady Spanker continuó acariciando a la Sr. Rodríguez durante horas, cuidando siempre de no llevarla hasta el éxtasis, ya que le divertía ver a su protegida en ese estado perpetuo de ardor cercano a la desesperación. Simultáneamente no dejaba de atormentar al chico prisionero de sus tacos crueles, mirándolo con malicia de reojo mientras besaba con pasión a su madre, o echándole ceniza en el cabello con dos golpecitos en su boquilla. El joven estaba pasando por un verdadero infierno de celos, aunque al mismo tiempo comprendía que sólo era su culpa por no haberle sido lo suficientemente fiel a su Reina.

Cuando la Justiciera en Cuero empezó a aburrirse, cosa que le ocurría con frecuencia por verse rodeada de seres tan pequeños e impotentes, decidió que era hora de llevar a sus dos adoradores a su límite. Con dos movimientos de memoria, sus dedos enguantados hicieron aullar de placer a la Sra. Rodríguez, al tiempo que introducía con todas sus fuerzas su taco en la boca del muchacho, sintiendo un hormigueo de placer en todo el cuerpo, hasta alcanzar un maravilloso orgasmo. El chico, por último, se sintió desfallecer por el dolor del taco en su lengua, y al mismo tiempo por la insoportable alegría y orgullo de servir a Su Reina una vez más...

Fue entonces cuando se produjo en la Sra. Rodríguez el cambio de actitud que esperaba. La ingrata mujer comprendió por fin la enorme fortuna de estar junto a Lady Spanker, su obvia inferioridad y los intensos deseos de servirla y complacerla por el resto de su vida que son casi un deber para todo el que la conozca. Lady Spanker adivinó el nuevo estado emocional de su servidora y sonrió con cierta malicia; apretando sus muñecas con firmeza, apartó las manos de la pobre señora que deseaba acariciarla con adoración, y comunicó a ambos adoradores que faltaba un último acto para cerrar cualquier malentendido...

Lady Spanker se miró al espejo, contemplando el ceñido tapado de cuero que el muchacho le había regalado. El cuero, brillante y perfumado, se ajustaba a su voluptuosa y agresiva silueta como un guante, mientras que altísimo el cuello de visón enmarcaba su escote reveladoramente. El diseño del abrigo parecía pensado en ella, y Lady Spanker no descartó que el pobre chico lo hubiera mandado a hacer a medida, tal vez gastando los últimos ahorros de su madre. La infinita bondad de la Justiciera la hizo reflexionar en que a pesar de su precario estado económico, siempre encontraría la forma de que el chico - y ahora su madre - pudiera serle de utilidad.

Pero de momento contempló los traseros de sus dos priisioneros, descubiertos y alzados hacia ella, tal como les había ordenado. Pasó su lengua por sus labios pintados y susurró con la voz tomada por la lujuria:

-Mi chiquita, tu nene ya pasó por esto otras veces, ero tú estás por vivirlo por primera vez... Espero que entiendas que esto es necesario... Ambos se portaron muy mal conmigo, y mi Amor por el Bien y la Justicia me impide dejar pasar el castigo que les corresponde... Lo único que puedo decirte es que aunque TE VA A DOLER MUCHO, MUCHO, MUCHO, yo voy a disfrutarlo divinamente... Creo que saber eso puede ser un consuelo...

Cuando Ldy Spanker culminó lo que ella consideraba un justo castigo, y las nalgas de sus adoradores lo suficientemente rojas y marcadas, y sus cuerpos lo suficientemente derrotados y sin fuerzas, se retocó los labios con coquetería mientras dejaba sus instrucciones.

-Mi chiquito, ahora me tengo que ir; quiero estrenar el sacón divino que me regalaste, y además debo encontrarme con un chiquito que se ha estado portando muy mal... Le voy a dejar las nalgas casi tan moradas como las de ustedes... Si es que eso es posible (risilla)...

Lady Spanker terminó de ajustarse los guantes, mientras susurró las últimas instrucciones que escucharon sus protegidos, antes de entregarse a la insoportable melancolía de verse abandonados por su Diosa por unas horas: -Por favor, con lo que le quede a tu mami, cómprale un uniforme de sirvienta, que lo va a necesitar... Hace tiempo que tengo ganas de tener una sirvienta mujer y creo que ella es ideal. Espero que para cuando vuelva la casa esté impecable...

Se alejó haciendo sonar sus tacones contra el mármol, riendo mientras los amenazaba: -Si no, prepárense porque la paliza de recién les va a parecer el Paraíso...

¡Y así, Lady Spanker vuelve a triunfar sobre los chiquillos desobedientes que no son lo suficientemente buenos con ella!

Monday, July 25, 2005

Gene Bilbrew



Thursday, July 21, 2005

Misión Abortada (Parte 2)


Algo le decía a la Sra. Rodríguez que el afecto que le demostraba Lady Spanker no era del todo maternal, pero de cualquier manera no se atrevía a contradecirla: en primer lugar, no se sentía con deseos de abandonar el cobijo de sus encantadores brazos, ni su aroma embriagador a cuero, perfume y cigarrillo que la hacía sentir flotando. Por otra parte,sabía que le estaba en deuda por salvar a su hijo; y por último influía el respeto que la distinguida heroína le inspiraba, un respeto muy cercano al miedo.

La afortunada señora se sentía cada vez más bajo su influencia, ya que paralelamente al crescendo que tomaban sus caricias (la Sra. Rodríguez se ruborizó ligeramentre al ver la encantadora mano enguantada de Lady Spanker desaparecer dentro de su fakda) también notaba que el trato que le dispensaba crecía en cierto tono autoritario... Como si a Lady Spanker le interesara dejar en claro su superioridad espiritual, social y física .

Para ello utilizaba desde algunas burlas hirientes referidas a su presencia física y su condición social, que la mujercita aceptaba con algo de dolor, así como ciertas amenazas - en realidad, casi promesas - de sojuzgarla y hasta de lastimarla físicamente, pronunciadas con una extraña alegría, en medio de risillas y jadeos. La Sra. Rodríguez, aunque se sentía algo atemorizada por estas palabras, justificaba a su heroína entendiendo que eran provocadas por cierto apasionamiento en la expresión de su afecto que Lady Spanker no se molestaba en ocultar.

Por último, durante la última media hora en la que la Señora Rodríguez descubrió zonas de su cuerpo que ni siquiera sabía que existían, Lady Spanker se dirigió hacia ella sólo a través de órdenes y uno que otro insulto: un maltrato que sólo podría aceptarse bajo una relación de dominio. En este punto la indefensa señora se creyó en la obligación de protestar, pero las palabras le fallaron ante el escalofrío que le recorrió su cuerpo, provocado por el divino mordiscón que su heroína le clavaba en le nuca... Y en ese momento vio entrar a su hijo.

-¿Ma-m-mamá??? - preguntó el muchacho. -¿Q-qué estás haciendo c-con Lady Spanker?

La pobre señora sintió entonces que todo su mundo se derrumbaba, comprendiendo toda la situación en un segundo. Mirando a su amororsa amiga, tartamudeó:

-¿E-e-entonces...? ¿USTED? ¿Usted es la mujer que... que...?

Sin dejar de consolar a su pequeña protegida - en realidad, aferrándola del cabello con firmeza para obligarla a mirarle a los ojos - la Justiciera en Cuero puso las cosas en claro:

-¡No seas ESTÚPIDA, mi chiquita! Evidentemente malinterpretaste las cosas que te contaba tu chiquito sobre mí... NO VAS A INSINUAR QUE UNA MUJER TAN BELLA Y DISTINGUIDA COMO YO ES MALA, ¿NO?
-N-no... - gimió la señora.
-Así me gusta... - rió Lady Spanker exhalando una sexy bocanada de humo mientras miraba con codicia la bolsa que cargaba el chico - ¿Y tú qué estás esperando para mostrarme lo que me trajiste?

El muchacho, confundido y atemorizado, sacó de la bolsa un lujoso tapado de cuero negro, coronado en un cuello de visón negro y brillante. Lady Spaner cerró los ojos, disimulando el orgasmo que acababa de tener ante la visión de la costosísima ofrenda.

-Mmmmmhhh- mmmmhhhh... - La Heroína recuperó el aliento rápidamente - Es divino... Tu hijo es un sol, ¿sabías, mi chiquita? No tienes idea de la cantidad de regalos que me hace... Lo obligué a confesarme el dinero que va quitando de sus ahorros para complacerme... Pero no te preocupes: Me encargo de castigarlo diariamente.
-Hijo... - sollozó la pobre mujer - Hijo... A- ayúdame...

Aunque el chico agonizaba por dentro, no se atrevió a hacer nada, pero abrió la boca, tal vez para rogar. ¡Rápida como un rayo, Lady Spanker extendió sus felinas piernas y redujo al peligroso joven, pisoteando su cabeza y su mano derecha con sus altísimos tacos contra el suelo!

-¿Acaso creías que ibas a sorprender a Lady Spanker? ¡Estúpida criatura! ¡Ahora vas a lamerme los tacos mientras me ocupo de tu mami! - luego dirigió a la Sra. Rodríguez una mirada apasionada y aterradora - Mi querida chiquita, no se desaira a una amiga que está entregándote todo su afecto...

Lady Spanker siguió entregándo su bondadoso corazón, jugueteando con sus dedos largos y felinos en la femineidad de la ingrata mujer, y besándola con auténtico cariño, el cariño que una Diosa puede tener por un animalillo o un juguete. Tal vez por eso es que no le daba demasiada importancia cuando la mujer se quejaba de dolor por las dentelladas que le clavaba en el costado de la boca cuando la besaba. O por los escalofríos afiebrados que sacudían a la mujercita ante el contacto de los diamantes engarzados en sus atrevidos dedos. Mientras tanto también acariciaba a su joven amigo, pero con sus tacos, clavándoselos en la mano para que no se rebelara, o metiéndoselos en la boca. El joven intentaba cumplir con la orden de su Reina y lamerlos como un perrito, pero Lady Spanker jugaba con ella metiendo y sacando el taco una y otra vez, como si le hiciera el amor, lo que provocaba algunos respingos de dolor en el chico. Sin embargo lo que más le costaba cumplir era la orden que Lady Spanker repetía con su voz susurrante, de NO DEJAR DE MIRARLA NI UN SEGUNDO. El dolor que le provocaba, no tanto la situación de su madre, sino la catarata de celos que lo invadía, le resultaba por moentos insoportable... (Continuará)

Tuesday, July 19, 2005

Misión abortada (Capítulo 1)


La insignificante mujercita sollozó una vez más frente a Lady Spanker, que la escuchaba mientras se maquillaba voluptuosamente frente alespejo de su tocador.

-Por eso, Lady Spanker, le pido que salve a mi hijo... Sé que usted es una heroína, que protege a los indefensos... ¡Y mi hijo necesita ser salvado!
-Déjelo en mis manos... -susurró, aprovechando para contemplar sus deliciosas manos ceñidas en cuero negro- ¿Quién está haciéndole daño?
-Es una mujer malvada... Dicen que es muy hermosa, tanto que no hay hombre que pueda arrojarse a sus pies cuando la ve...
-Mmmmmhhh... - Lady Spanker no vio nada extraordinario en esa circunstancia.
-Debe ser una mujer muy perversa. Aparentemente sólo se viste en cuero negro, aunque también adora las pieles y los diamantes.
-Parece que tiene un gusto exquisito...
-Puede ser, pero es mala, egoísta y caprichosa. Mi hijo me ha contado que... ¡Le pega!
-¡Inconcebible! - Dijo nuestra heroína , mientras terminaba de corregir el lápiz de labios de su comisura con su dedito enguantado.
-Lo acuesta en sus rodillas, como si fuera un niñito, ¡y le da nalgadas! ¡Mi hijo tiene veintiséis años!

Lady Spanker colocó un cigarrillo en su boquilla, lo encendió y arrojó una bocanada de humo hacia el espejo, enamorada de su propia imagen.

-Existen mujeres capaces de hacer cosa con quienes las aman... Continúe...
-A veces le pega con sus manos, que cubre siempre con guantes de cuero negro; otras veces con una fusta, o una vara de mimbre... A veces lo hace para castigarlo, por cosas que ella considera faltas. El otro día le pegó porque él no le había comprado un par de zapatos! ¡Y él ni siquiera estaba enterado de que ella los quería! Lo peor... - la pobre mujer suspiró- lo peor es que tiene a mi hijo tan dominado que él le da la razón... Desde entonces gasta casi todo su dinero en regalos para esa... Esa...
-Por favor, no me gustan las groserías... Continúe.
-Pero casi siempre lo nalguea por gusto. Mi hijo me cuenta que ella ríe sin parar mientras lo hace.Lo cuenta como un rasgo encantador de una noviecita. Sólo que él no la llama noviecita, sino "Su Reina". También lo abofetea, a veces sin control, hasta dejarlo sin conocimiento. ¡O lo humilla, lo obliga a besarle los tacos de sus botas, que luego le clava en la cara! ¡Por favor, haga algo!

La mujer estalló en sollozos. La bondadosa Lady Spanker la abrazó y acarició su pelo casi maternalmente, e incluso acarició su trasero (se permitió hasta jugar unos segundos con su dedito entre las nalgas de la buena señora, que aunque se sintió algo inquieta - aunque no del todo desagradada - no pudo rehusarse a las cariñosas caricias de la Justiciera), tranquilizándola:


-Tranquila, mi chiquita... (Espero que no te moleste que te diga "mi chiquita", ¿mmmmhhh?. Es con afecto...) Yo me ocuparè de esa malvada mujer y si es necesario, ¡chass! le haré probar mi Nalgada Mortal!

Y ejemplificó su amenaza con un chirlo en el trasero de la pobre mujer, tal vez algo más fuerte de lo que esperaba; sin embargo, el alivio de saber que contaba con ella la hizo llorar de agradecimiento y arrojarse a sus pies. Tomó su mano enguantada y se la besó con adoración durante quince minutos, ceremonia que Lady Spanker contempló con una mirada altiva.

-Por favor, mi chiquita... Eso no hace falta... Ven aquí...

Lady Spanker sentó a su protegida sobre sus rodillas, como una niña (no resultaba extrña esta imagen teniendo en cuenta que poseía por lo menos el doble de estatura de la pobre señora) , y la abrazó para consolarla, acariciándola con pasión. La pobre señora no estaba segura de si esas caricias no serían un poco atrevidas. Tampoco estaba acostumbrada a unos besos tan vehementes - incluso no recordaba que su marido la hubiera besado de esa manera. Pero por algún motivo, fuera agradecimiento u otra cosa, no se sentía con fuerzas para poner un límite... (Continuará)

Justicia en cuero (Parte 2)


El siniestro adversario de Lady Spanker estaba demasiado aterrorizado para intentar huir, así que fue sencillo para nuestra heroína sentarse, cruzar las piernas sensualmente y ordenarle que se tumbe sobre sus rodillas.

-¡Ahora serás castigado por tu maldad! - Rugió la hermosa Lady Spanker, mientras volvía a ajustarse los guantes.

De un arañazo rasgó los pantalones y la ropa interior de Mr. Million, que temblaba asustado y gimiendo patéticamente "No, por favor... Todo menos eso..."

Lady Spanker rió encantadoramente mientras acariciaba el trasero de bebé del empresario, asegurándole que sería "una buena mami". Echó una mirada cómplice sobre los guardaespaldas de Mr. Million, ahora completamente sometidos a su voluntad, que rieron aduladoramente.

Mr. Million no terminaba de sentirse aliviado, creyendo las palabras de su Némesis, cuando LA NALGADA MÁS FUERTE Y DOLOROSA QUE HABÍA SENTIDO EN SU VIDA ESTREMECIÓ SU CUERPO HASTA HACERLE SALTAR LÁGRIMAS!

¡CHASS!!! ¡CHASS!!! ¡CHASSS!!! ¡Los chirlos se sucedían sin parar, y el ardor en sus nalgas daba paso a un dolor que invadía el resto de su cuerpo! ¡CHASS!!! ¡CHASS!!! ¡CHASSS!!!

Lady Spanker reía, excitada y poseída por una furia fría y sensual, deleitándose en el rojo escarlata que iba creciendo en las nalgas de su prisionero, lo que sólo la estimulaba a golpear cada vez más fuerte. Los guardaespaldas contemplaban el tormento de su ex jefe entre asustados y excitados, soñando con estar alguna vez en el regazo de su Ama. "Por ahora no, mis chiquitos (jadeo) El castigo de este chiquito malo tiene (jadeo)... que ser ejemplar (jadeo)... Pero si se portan bien, ¿quién sabe? (jadeo) ¡tal vez algún día los invite a mi regazo!", reía la hermosa mujer, que a pesar de estar al borde del éxtasis su buen corazón le impedía olvidarse de sus nuevos adoradores...


El tiempo pasaba... ¡CHASS!!! ¡CHASS!!! ¡CHASSS!!! Consciente de que el dolor de Mr. Million podía ahora a superar incluso su miedo a escapar, Lady Spanker atrapó sus mechones con toda la fuerza de su puño, y sintiendo que un éxtasis inevitable se acercaba, aspiró el humo de su boquilla, se deleitó con su sexy y altivo rostro en el espejo de la pared y lanzó la última catarata de nalgadas, que hicieron desvanecerse al pillo, al tiempo que la justiciera alcanzaba uno, dos, tres intensos ######## simultáneos...

Cuando el empresaario despertó seguía en el regazo de su captora y dijo, con voz débil, que había aprendido la lección, y preguntó si podía marcharse.

Mientras uno de sus nuevos esclavos le daba fuego en su reluciente boquilla, la hermosa dominadora comentó fríamente : "¿De qué estás hablando, mi amor? Esto fue apenas el precalentamiento..."

Seis horas de nalgadas sin descanso (y veintidós ######## de Lady Spanker) más tarde, durante las cuales Mr. Million comprendió que los límites del dolor son infinitos, la Justiciera en Cuero decidió que ya estaba aburrida; hasta los luchadores por la justicia tienen derecho a ello, y así lanzó su última y más poderosa nalgada, regañando al mismo tiempo a su prisionero:

-¡Y por último: Deberás pagarle ya mismo su salario a esos chiquitos! ¿Entendiste, CIELO? (¡CHASSSS!!!)
-Pe... Pero si... -balbuceaba el empresario débilmente entre los vapores del dolor - ...Si dije que lo haría ha-hace cuatro horas... A-antes de desmayarme por quinta vez...
-¡No seas insolente, chiquito!- rió Lady Spanker pellizcando un rincón particularmente amoratado de las asentaderas de Mr. Million - A mí no se me cuestiona. Pero si esa va a ser tu actitud...

Lady Spanker se incorporó, dejando caer a Mr. Million, ajustó sus guantes con fastidio, se acomodó el peinado y envolviéndose en su visón, se dirigió taconeando a la puerta. Mr. Million la contemplaba algo azorado.

-¿A-a-a-¿adónde va, Se-Señora?- preguntó, sospechando lo peor.
-¡Me voy, mi amor, y no vas a verme más! ¡Me cansé de ti y de tu desobediencia! Una mujer como yo no tiene por qué aguantar a un chiquito malo como tú que no hace todo lo que yo digo...

Y dio media vuelta, con una sonrisa cruel en los labios, cuando sintió cómo Mr. Million se arrojaba a abrazar sus pies. Antes de que lo hiciera lo alejó de un taconazo en la boca, y se volvió, furiosa:

-¡¿Pero quién te has creído que eres?! ¡¿Cómo te atreves a tocar mis pies sin mi permiso?! ¡¿Te das cuenta que NO TE QUIERO?!

Mr. Million sollozaba como nunca, y le juró que la amaba, que la adoraba y que haría todo lo que ella le ordenara; el efecto común y corriente que tienen las nalgadas de Lady Spanker. Ella se deleitó un buen rato con sus lágrimas y luego, en mitad de la quinta conmovedora declaración de amor, clavó violentamente uno de sus tacos en la cabeza de su nuevo adorador, aplastando su cara contra el suelo.

-Está bien, mi chiquito... - susurró casi con desprecio, sin mirarlo, mientras se pintaba los labios triunfalmente - Ya que lo dices así se me ocurre cómo podemos trabajar por el Bien y la Justicia...

Mr. Million sollozó con gratitud e intentó besar la suela de su Reina, sin conseguirlo.

Luego, en el Palacio de las Nalgadas de Lady Spanker, una veintena de trabajadores del cuero se reunía alrededor de nuestra heroína.

-¿Entonces consiguió que Mr. Million nos triplique los sueldos atrasados?
-¡Sí, mis chiquitos!
-¿Y luego hizo que gaste todo nuestro dinero en diamantes para usted?- preguntó otro, algo confundido.
-Sí, mi amor... Y valió la pena, ¿no creen? - Lady Spanker se miró vanidosamente al espejo, contemplando sus nuevos anillos, su gargantilla de diamantes y el reluciente brazalete de diamantes que cubría su muñeca enguantada. - es increíble cómo unos diamantes pueden embellecer a alguien que ya es increíblemente hermosa...

Los pequeños obreros vivaron a su heroína, dándole la razón.

-¡Esperen! ¡Esto no es todo! ¡Logré que además me regalara la fábrica, para que trabajen día y noche haciendo botas de taco aguja para mí!

Los obreros se miraron, algo tristes y avergonzados. Uno de ellos se adelantó, hablando por todos.

-Lady Spanker, debe saber que jamás aceptaremos que nos pague un centavo... ¡Usted es tan hermosa, tan buena con nosotros que será un placer ser sus esclavos!
-Pero... - dijo Lady Spanker, fingiendo sorpresa - ¿y entonces cómo harán para comprarme regalitos?
-¡Conseguiremos un nuevo trabajo! Además, si las botas van a ser para usted, tenemos que mantener la fábrica, ¿no, muchachos?

Una ovación estremeció el palacio, mientras Lady Spanker se retocaba el maquillaje sin mirar a sus nuevos sirvientes. Excepto a uno que preguntó:

-¿Y qué pasó con Mr. Million?
-Eso es lo mejor de todo, mi chiquito... Después de que me entregó todo, ¡lo nalgueé hasta dejarlo agonizante y lo abandoné riéndome de él! ¡Debe estar arrastrándose, llorando como un bebé, tratando de encontrarme!

Lady Spanker lanzó una divina carcajada y sus pequeños obreros la acompañaron. A continuación, se dedicó el resto de la tarde a pisotearlos con sus tacones de aguja, como insectos, riendo de felicidad y excitación.

¡Y así, gracias a la dominante Justiciera en Cuero, el Bien vuelve a triunfar!

Monday, July 18, 2005

A los Divinos Pies de Jessica

Jessica Rabbit

Justicia en Cuero (Parte 1)


Mr. Million entró a su departamento y lo primero que notó, además del perfume a sexo y cuero, fue el movimiento de la sombra del humo contra la pared. La sombra continuaba en un cigarrillo, colocado en la punta de una larguísima boquilla sostenida por una mano felina. Allí la sombra perdía su forma, porque la dueña de esa mano encantadora estaba sentada en su sillón favorito, un sillón giratorio de cuero, que ahora le daba la espalda.

-¿Pero qué dem...? - atinó a preguntar Mr. Million.
-No hables así frente a una dama, mi chiquito - contestó Lady Spanker, girando el sillón hacia el dueño de Explotaition Inc.

Mr. Million se quedó sin aliento al ver a la hermosa justiciera. Alta, voluptuosa, enfundada en un ajustadísimo corset de cuero, sus brazos envueltos en guantes de cuero que llegaban hasta el nacimiento de los hombros y calzando ceñidas botas de taco aguja, su perturbadora imagen coincidía a la perfección con la descripción que aparecía en los archivos de su Servicio de Seguridad. Una carísima estola de visón negro y brillante envolvía su espalda, aunque dejando al descubierto sus hombros altivos.

-Y... ¿Y aqué debo esta visita?
-Lo sabes bien, mi chiquito... No te estás portando bien con los empleados de tu fábrica de botas de taco aguja... - Lady Spanker dio unas palmadas sobre su regazo, invitando a Mr. Million a echarse sobre él - ...Y yo suelo castigar a los chicos que se portan mal...

Mr. Million estaba perfectamente enterado de que debía el salario de seis meses a sus empleados. Lo que no sabía era que le habían ido con el chisme a la Justiciera en Cuero. ¡Pero no estaba dispuesto a dejarse nalguear!

-¡A ella! ¡Acábenla! - gritó a sus guardaespaldas.

Lady Spanker miró con cierto fastidio a los tres hombretones que emergieron detrás de Mr. Million. Sin perder la elegancia, se paró y, casi bailando graciosamente entre ellos, los redujo a la esclavitud en dos movimientos: al primero le alcanzó con rozarle la entrepierna con su mano enguantada, provocándole una erección tan insoportable que debió doblarse sobre sí mismo; simulatáneamente le echaba al segundo una seductora bocanada de humo en el rostro, dejándolo enceguecido y con un broncoespasmo que lo obligó a caer de rodillas frente a ella; dos décimas de segundo más tarde, y decidiendo que no quería arriesgarse a arruinar el costosísimo peinado de esa mañana, prefirió inutilizar al último lanzándole su más cruel mirada de desprecio. El gorila sintió su corazón quebrarse, sabiendo en ese instante que Lady Spanker jamás lo volvería a mirar, y contemplando su vida vacía de sentido, se echó a llorar, de rodillas a su hermosa Destructora.

Mr. Million tembló al ver a Lady Spanker acercarse a él contoneando las caderas, pisoteando cruelmente a sus guardaespaldas, con una mano en la cintura y la otra sosteniendo la boquilla en alto, e intentó balbucear una defensa. Pero nuestra heroína, sintiendo el Espíritu de Dominio encenderse en su corazón, no estaba para escuchar excusas. Le dio vuelta la cara de una bofetada y mientras el hombre se estremecía de terror, la voz sensual de la Justiciera en Cuero le susurraba, al tiempo que se ajustaba los guantes con fastidio:

-No pierdas el tiempo, mi chiquito; ahora los únicos que vamos a charlar son tus nalgas y yo...

Fue el comienzo del infierno de Mr. Million.

(Continuará)


Saturday, July 16, 2005

Chas Chas


Hola...