Friday, January 26, 2007

Penumbra...

Uno: El Ataque

Una agresiva tormenta con aroma a cuero, rouge y cigarrillo cayó sobre el hombrecito, que segundos antes se preguntaba por qué todo estaba a oscuras... Antes de que pudiera decir "L-Lady Spanker? ¿D-donde se encuentra usted?", un cuerpo voluptuoso e imponente lo había aprisionado por atrás, una distinguida mano enguantada tomándolo del bulto y acariciándolo con insoportable sensualidad, y la otra de su pelo; dos senos perfectos y altivos se apretaban contra su espalda y la boca sensual y con perfume a rosas y vodka de su captora lo mordía y besaba con violencia entre la nuca y sus orejas, mientras con crueldad calculada lo aplastaba contra la pared. El hombrecillo intentó pedir piedad, pero sólo recibió como respuesta risillas descaradas y amenazas imposibles de desoir.

Lo siguiente fue un aluvión de nalgadas despiadadas, que le confirmaba quien era su atacante, luego de que las manos enguantadas le desabrocharan el cinturón y bajaran sus pantalones en forma terriblemente humillante, mientras tras él la encantadora risa de su dominadora le producía una enloquecedora mezcla de miedo, humillación y amor...

Entonces su atacante lo dio vuelta, empujándolo violentamente contra la pared, y el hombrecillo la vio.

Lady Spanker estaba deslumbrante, con ese nuevo tapado de cuero ajustado, negro y brillante con cuello de visón, y no quería que su chiquito se la perdiera; aspiró el humo de su boquilla, con la otra mano en la cintura, dándole un aspecto amenazador y altivo, aunque sin menoscabar su sobrenatural hermosura y sensualidad, y lo miró a los ojos, sabiendo que la visión de su rostro quemaba por dentro a su víctima, y haciéndole notar con una mirada de reproche que su nuevo tapado no había sido un regalo de él... Una falta imperdonable que estaba lista para castigar, luego de este suave aperitivo.

Pero primero, Lady Spanker tomó la cabellera de su chiquito con violencia, hasta hacerle saltar algunas lágrimas, y preguntó cin voz sedosa: -¿Trajiste lo que te mandé?

Si bien Lady Spanker era una mujer apasionada, cada palabra suya estaba calculada con frialdad; en su lenguaje nunca existiría la palabra "pedir". Lady Spanker había "mandado" a su chiquito a traerle algo; y esta sutileza no se le escapaba. Si bien se moría de amor y felicidad al poder regalarle algo a su Diosa, sabía por otra parte que era como si tuviera opción; Su regalo era fruto de una orden, no de la voluntad.

Y con esa conciencia, mostró a su dueña la bolsita de terciopelo. Un jadeo de excitación escapó de los labios pintados de la hermosa dominadora. Acto seguido, sin embargo, adoptó la máscara de fastidio que la hacía aún más seductora e inalcanzable, y arrojó a su esclavo al piso, que comenzó a besar sus botas compulsivamente; la Reina lo detuvo, clavándole uno de sus tacos en la nuca, y le susurró que la siguiera, de rodillas, y que trajera con él su insignificante ofrenda, que ella tendría la bondad de aceptar.

Dos: La Ofrenda

El pequeño se arrastró de rodillas en la penumbra, siguiendo con adoración los vertiginosos tacos de Lady Spanker que resonaban contra el mármol. La hermosa mujer tiró al piso su tapado y por fin se sentó en su trono, cruzando las piernas con sensualidad. Entonces tronó sus dedos felinos, y mientras encendía otro cigarrillo con indiferencia se dignó a recibir el obsequio sin ninguna ceremonia, haciendo sentir a su esclavo que estaba molestándola.

Sin embargo, la secreta pasión de Lady Spanker se traslució en el fuego que apareció en sus ojos al ver los relucientes guantes largos de cuero negro y brillante. "Mmmmmmhhh, están preciosos, chiquito", susurró con sensualidad mientras los examinaba; el hombrecillo sintió una febril excitación al anticipársele la ceremonia que seguía...

Lady Spanker tendió su mano, para que su sirviente le quitara uno a uno los anillos que la enjoyaban, y los colocara an la mesita junto al trono. Luego, siguiò con la otra. A continuación, la sobrenatural belleza se quitó los guantes que tenía puestos, que ya tenían unos cuatro días de antigüedad (¡una situación inaceptable, que justificaba los crueles castigos que el hombrecillo había recibido los últimos días!), y permitió a su esclavo que le colocase los guantes nuevos.

Pero el espectáculo que desarmaba por completo al pobre pelele era ver a Lady Spanker terminar de ajustárselos, tirando alternativamente de un lado y otro de sus muñecas, intentando alisar los plieguecitos refulgentes que la rodeaban, aunque sin conseguirlo del todo, un pasatiempo que hacía gozar a la Justiciera en Cuero como ningún otro, tal como se reflejaba en su mirada y su leve sonrisa de placer. Luego, aspirando su boquilla, contemplaba el dorso de su mano con satisfacción; la silueta de sus dedos y sus uñas estaba ceñida por el cuero casi como una segunda piel, como ocurría siempre con los guantes recién estrenados.

Luego, ofreció sus manos a su esclavo, para que éste volviera a enjoyarla; y luego volvió a examinarlas, observando a su chiquito con los ojos entrecerrados, que hasta último momento temblaba, sin saber si había hecho un buen trabajo. Entonces, cuando su Dueña se convenció del resultado final, ofreció sus manos anguantadas por última vez a su víctima, que se lanzó a besarlas con amor y admiración, llorando de gratitud y de pena por saber que NUNCA, pero NUNCA, podría ofrecerle a su Reina lo que ella realmente merecía.

Tres: El Triunfo de Lady Spanker

Lady Spanker, super heroína dueña de una capacidad de seducción sobrenatural, de corazón malvado pero una hermosura y perfección que justificaba hasta la más cruel de sus acciones; poseedora de la colección de ropa de cuero más grande del planeta; dueña de una fortuna incalculable, que se agrandaba día a día gracias al despojo amoroso a que sometía a sus amantes esclavos; con la perfección y exhuberancia física de una muchacha de veintidós años pero la distinción, cultura, experiencia y carácter dominante de una mujer madura, sonrió vanidosamente.

Había convertido a infinidad de hombres en cachorritos obedientes con apenas una mirada; habñía abusado, manoseado, pisoteado y torturado a magnates y marinos convencidos de su machismo, sin que se le agite la respiración.

Sin embargo, el dominio que había conseguido con este chiquito en particular la hacía sentir especialmente orgullosa. Sentía que, además de obedecerla y ser capaz de suicidarse diez veces ante su más mínima insinuación, este chiquito en particular sería capaz de desafiar las leyes de la física con tal de complacerla. Sobre todo, la hacía sentirse increíblemente poderosa haber tomado un chiquito especialmente indefenso y se había aprovechado de él sin ningún tipo de reparo; convertir un hombre en un esclavo era sencillo para su belleza sobrenatural. Convertir un chiquito minúsculo en un chiquito aún más minúsculo, sumiso y dependiente, abriendo una brecha insalvable entre él y Ella, era jugar con los límites de su Poder. Para otros, ella era su Reina. Para este insignificante hombrecito, podía ser su Diosa. Podía convertirlo en plovo si lo deseaba. Podía desintegrarlo y hacerlo aparecer de nuevo con un tronar de sus dedos enguantados. Y la crueldad que había demostrado al aprovecharse de su insignificancia la excitaba y la enorgullecía como ninguna otra cosa.

Por lo que, luego de unos segundos en que toleró los besos de adoración de su chiquito, lo detuvo de una bofetada. Se irguió sobre su espectacular altura y decidió que tenía toda la noche para destruir a su pequeño esclavo, para atormentarlo y hacerlo llorar, y para experimnentar con su cuerpo, al que moldearía a su capricho.

Lo primero, fue gritarle y regañarlo con crueldad, explicándole si bien los guantes eran preciosos y no iba a tolerar una palabra negativa sobre ellos, no-estaba-satisfecha. El chiquito debió esforzarse para entender esta lógica, pero lo logró, ya que las palabras de su Dueña eran ciertas, diera lo que dijera (Lady Spanker sintió un orgasmo al ver lo obediente que era, y por un momento hasta pensó en perdonarlo... pero lo descartó inmediatamente). Fue tan dura y tan malvada, llegó a insinuar cosas tan espantosas, que el pobre chiquito no pudo contener el llanto. Ladu Spanker no perdió el tiempo en burlarse de sus lágrimas de niña, y decidió que "un putito tan llorón" merecía que le diera una paliza.

Thursday, January 18, 2007

El Reino de Lady Spanker


Un día, todos los chiquitos del mundo llegaron a casa de Lady Spanker y le pidieron que sea Su Reina.

-Es usted tan linda, tan buena, tan elgegante... Que creemos que usted debe Reinar sobre todo... Nosotros haremos todo lo que usted nos diga. -dijo su representante.

Lady Spanker aspiró el humo de su boquilla con indiferencia.

-Mmmmmhhh, ¿y qué gano con eso, chiquito? . dijo, dejando escapar el humo por entere sus labios pintados, para luego introducir con más violencia su taco en la boca del chiquito que estaba dominando -¡Más fuerte, chiquito! APENAS siento tu lengüita...
-¡Nada, Señora! -gimió el representante -¡Lo sabemos! ¡Pero tenga piedad de nosotros! Sin su guía y su Dominio, sin poder contemplarla ajustándose sus guantes de cuero, nuestra vida está vacía... Vacía y extraviada!
-Como si eso debiera importarme -agregó la Justiciera en Cuero con toda razón, mientras se ajustaba los guantes, que se habían aflofado imperceptiblemente enla punta de sus dedos.
-P-por favor -sollozó el representante. Y cayó de rodillas, suplicante
-P-por favor -sollozó el resto de los 450.000.000 chiquitos que se agolpaban frente a su trono, para luego arrodillarse.

Lady Spanker lanzó un suspiro de fastidio, aunque en el fondo se relamía pensando en los infinitos tormentos que aplicaría a la totalidad de la población. Chasqueó sus dedos y su sirvienta le trajo la pluma con la que firmó, con un gesto de desdén, la aceptación del Reino sobre todo el Planeta. Luego los despidió, ordenándoles que no se levantaran de rodillas, capricho que sus nuevos súbditos obedecieron sin pensarlo; aunque su Reina no se dignó a contemplar el espectáculo, ocupada como estaba en retocarse el rouge de los labios.