Saturday, November 21, 2009

Ella me llama

Llego a su Departamento muy excitado. Después de recibir su imperativo mensaje ("Vení ya, chiquito") tuve que inventar una trágica excusa para salir de la reunión. Tuve que cruzar la ciudad en tiempo récord, porque no se me pasaba por la cabeza hacerla esperar.

Pero cuando la veo, siento la boca seca. Está más hermosa e intimidante que nunca. Los tacos que tiene puestos desafían las leyes de la física, y siento que me lleva quince centímetros. Tiene un vestido de cuero muy apretado y escotado, que revela más de la mitad de sus hermosas tetas y sobre él un corset que ciñe aún más su cintura de avispa. Como siempre, lleva sus largos guantes, pero esta vez los tiene cubiertos de joyas, brazaletes y anillos hasta la exageración.

Su precioso pelo azabache está elevado y atado con una cola de caballo que le llega a la mitad de la espalda y lleva el maquillaje más sexy y teatral que nunca. Pero además, parece que todo su atuendo está pensado mpara acompañar su rostro, congelado en una atemorizante expresión de desdén y crueldad. Siento que esta vez está terriblemente enojada conmigo, aunque no sé por qué. La saludo con sumisión y miedo, y no me atrevo a preguntarle qué ocurre. Sus piernas largas y poderosas la llevan hasta una mesita donde hay una botella de champagne. Se sirve de una copa y bebe mientras me mira de reojo.

-Te estuve esperando, chiquito -me dice con frialdad- Tendrías que haber estado acá hace cinco minutos.

Intento una disculpa y me digo "bien, no es tan grave, después de todo Ella apenas acaba de..."

¡SLAP!!! Una bofetada me da vuelta la cara. La escucho soltar aire con excitación, y luego vuelve a abofetearme una y otra vez, mientras con su preciosa voz de contralto me regaña: "¡No-vuelvas-a-hacerme-esperar!"

La última bofetada me derriba al piso y se arroja sobre mí. Ahora veo que ha tomado una fusta y la descarga sobre mi rostro. Sus dientes de Loba están apretados, enmarcados por sus sensuales labios pintados de rojo furioso, y clava sus ojos en mí a través de sus parpados entrecerrados y cubiertos de sombra. La oigo gemir de excitación mientras sigue azotándome y abofeteándome, y comprendo que se trata de un arranque de furia diseñado por Ella misma, con el objeto de satisfacer sus deseos de lastimar a una víctima indefensa. Me consuelo pensando que no ha sido mi culpa, y que estoy brindándole un buen momento a mi Reina, pero al mismo tiempo temo por mi vida. Sin embargo no hago nada para defenderme, excepto llorar y pedir perdón.

-¡Cometiste un error muy grave, putito! ¡Y lo vas a pagar caro! -me dice, riendo mientras me agarra del pelo. Me da media docena de bofetadas más mientras la escucho gemir y suspirar, contemplo cómo le cae un mechoncito sobre la frente, lo que la vuelve increíblemente sensual; luego me da vuelta y me baja los pantalones y los calzoncillos con brutalidad -se traban en mi enorme erección, que me sorprende a mì mismo- y gritándome que me va a dejar todo el culo marcado desata sobre mì una lluvia de chirlos y fustazos.

Nunca imaginé que una mujer tan bella, distinguida y perfecta sería capaz de tanta violencia y de hacerme tanto daño. Mi cuerpo no me obedece, poseìdo por el ardor y el miedo. No sé cuánto duraron los azotes pero sí sé que nunca sufrí un castigo corporal así, ni tan largo ni tan doloroso. Sólo escuchar sus gemidos y sus risas de placer me ayudan a soportar la tortura- Entonces me vuelve a tirar brutalmente del pelo y me coloca de rodillas, "te voy a violar, chiquito", me dice, más peligrosa que nunca, y me obliga a abrir las piernas y mete su mano enguantada por entre mis nalgas, hasta agarrarme el pene y las bolas, y me acaricia con sensualidad y la urgencia de una ninfómana, mintras me rodea con su otro brazo y acerca su boca a mis oìdos: "¿Te gusta ser mi putito? Te voy a hacer mierda, ¿sabés?, y después te voy a dejar tirado en la vereda y aún así me vas a seguir adorando, pobre putito". Los ojos se me llenan de lágrimas debido al insoportable placer por lo que me está haciendo: aprieto los dientes y el culo tratando de que no se me escape ni una gota de líquido seminal. "Falta lo mejor, ahora vas a ser un putito violado", me dice con tono amenazador, y entonces me obliga a abrir las nalgas y con su dedito enguantado comienza a jugar con mi próstata. Me siento indefenso y en medio de una tormenta de emociones, una mezcla de vergüenza, adoración, gratitud, humillación y un placer que nunca había sentido. Ella se ríe sensualmente al leer en mi rostro todo esto y redobla el juego con con mi próstata.

Por supuesto, no me permite acabar. Me arroja al piso, se incorpora llena de gracia y me clava uno de sus tacos en la cara. Me ordena que se lo lama y repite, para llenarme de temor, que se siente más mala que nunca y que no sabe cómo puede terminar esto, pero sólo sabe que lo va a disfrutar.

Gime de placer, ignoro si lo finge o si ha llegado a ese nivel de conexión con sus tacos altos, mientras se los lamo y chupo, y me da una patada en la cara llena de furia. Luego se sienta en su trono y chasquea los dedos, la señal para que me acerque en cuatro patas hasta ella. Entonces me ordena que le lama todas sus botas hasta dejarlas relucientes y luego su vulva, y que si no logro hacerla acabar me arrepentiré toda mi vida. Hago todo lo que puedo, aguantando violentos fustazos en mis nalgas durante una hora y media, y mi boca está casi acalambrada. La escucho acabar tres veces, pero aún así termina apartándome con desdén empujándome con su taco. Y luego de encender un cigarrillo coloocado en su larga boquilla, me dice seguirá castigándome.

Estoy desesperado. Estoy seguro de que no sobreviviré a la noche. Mi cuerpo está cubierto de heridas, arañazos y moretones y me duele hasta el último músculo. No lo soporto más y estallo en sollozos. Ella fuma sensualmente mientras lloro, disfrutando de mi humillación. Incluso se hace una paja rápida, excitada por mis lágrimas, pero no está dispuesta a ablandarse. Así que cuando estoy hipando, sintiéndome afiebrado, se para y vuelve a regañarme, diciéndome cosas espantosas y vuelvo a estallar en llanto. Entonces me patea en el hombro y me vuelve a arrojar el piso, y me hace recorrer toda la sala a patadas, mientras ella camina con las manos en la cintura, como una Diosa severa e implacable y me dice quién me he creído y cómo me atrevo a llorar en su presencia, como si a ella le importara.

Cuando ya no sé qué más puede hacerme, adopta una actitud aún más altiva y me comunica que se ha aburrido de mí, así que se enfunda en su estola negra de visón y se dirige a la puerta, contoneando su culo maravilloso, la boquilla en alto, y mirándome de reojo, con total desprecio, agrega "No me vas a ver más, putito, me cansaste". Esto es demasiado para mí y sacando fuerzas de no sé donde doy un salto y me arrojo a sus pies, rogándole que se quede, jurándole que no sé cómo pero intentaré serle mínimamente útil. En realidad no llego a decir esto porque me aleja de un taconazo, da media vuelta y llena de furia me dice que ahora sí la he hecho enojar, y que me abandonará pero después de torturarme y hacerme pagar caro mi insolencia. Pisotea mi cabeza mientras se pinta triunfalmente los labios, y agrega que nunca no había conocido a un chiquito tan putito y llorón como yo, y que eso no le gusta nada (luego de decirlo, sonríe).

Arrastrándome del pelo me lleva a la cama y allí se monta sobre mí y me coge llena de pasión, sin dejar de abofetearme, morderme y diciéndome cosas para hacerme sentir pequeño, insignificante y a su merced. Por fin, en un momento acabamos juntos; siento el orgasmo más largo de mi vida, mis bolas y mi pene se sacuden y palpitan fuera de control y siento que expulso litros y litros de leche, y una mezcla de infinito placwe y calanbres alrededor de mi cintura. Ella grita durante largos minutos y gime, mientras me clava las uñas en el pecho.

Luego, mientras me abraza contra sus tetas, enciende otro cigarrillo y me sonríe con dulzura, y me da un beso terriblemente sensual. Me dice que he sido un lindo putito y que le ha encantado pegarme y cogerme, y que disfrutó mucho el hacerme llorar. Luego me dice que sea bueno y me envía a comprarle cigarrillos.

Voy al kiosco, cojeando y algo avergonzado porque tengo la ropa y la cara llena de marcas, rouge, arañazos y humedad, pero contento porque la he hecho feliz y porque volverè para quedarme con Ella.

Cuando vuelvo me recibe en la puerta. Tiene puesto un nuevo vestido, un tapado de cuero con cuello de visón y está ajustándose guantes relucientes. Me agradece con condescendencia y me dice que está desolada pero tiene un compromiso, así que toma los cigarrillos, vuelve a darme uno de sus besos matadores y me despide con una nalgada. "Nos vemos pronto, chiquito".

Me voy a casa. Me siento dolorido, humillado, violado manoseado y abandonado, y efectivamente no puedo sacarme a esta mujer maravillosa de la cabeza. A la noche rezaré para que vuelva a llamarme pronto.