Tuesday, July 19, 2005

Justicia en cuero (Parte 2)


El siniestro adversario de Lady Spanker estaba demasiado aterrorizado para intentar huir, así que fue sencillo para nuestra heroína sentarse, cruzar las piernas sensualmente y ordenarle que se tumbe sobre sus rodillas.

-¡Ahora serás castigado por tu maldad! - Rugió la hermosa Lady Spanker, mientras volvía a ajustarse los guantes.

De un arañazo rasgó los pantalones y la ropa interior de Mr. Million, que temblaba asustado y gimiendo patéticamente "No, por favor... Todo menos eso..."

Lady Spanker rió encantadoramente mientras acariciaba el trasero de bebé del empresario, asegurándole que sería "una buena mami". Echó una mirada cómplice sobre los guardaespaldas de Mr. Million, ahora completamente sometidos a su voluntad, que rieron aduladoramente.

Mr. Million no terminaba de sentirse aliviado, creyendo las palabras de su Némesis, cuando LA NALGADA MÁS FUERTE Y DOLOROSA QUE HABÍA SENTIDO EN SU VIDA ESTREMECIÓ SU CUERPO HASTA HACERLE SALTAR LÁGRIMAS!

¡CHASS!!! ¡CHASS!!! ¡CHASSS!!! ¡Los chirlos se sucedían sin parar, y el ardor en sus nalgas daba paso a un dolor que invadía el resto de su cuerpo! ¡CHASS!!! ¡CHASS!!! ¡CHASSS!!!

Lady Spanker reía, excitada y poseída por una furia fría y sensual, deleitándose en el rojo escarlata que iba creciendo en las nalgas de su prisionero, lo que sólo la estimulaba a golpear cada vez más fuerte. Los guardaespaldas contemplaban el tormento de su ex jefe entre asustados y excitados, soñando con estar alguna vez en el regazo de su Ama. "Por ahora no, mis chiquitos (jadeo) El castigo de este chiquito malo tiene (jadeo)... que ser ejemplar (jadeo)... Pero si se portan bien, ¿quién sabe? (jadeo) ¡tal vez algún día los invite a mi regazo!", reía la hermosa mujer, que a pesar de estar al borde del éxtasis su buen corazón le impedía olvidarse de sus nuevos adoradores...


El tiempo pasaba... ¡CHASS!!! ¡CHASS!!! ¡CHASSS!!! Consciente de que el dolor de Mr. Million podía ahora a superar incluso su miedo a escapar, Lady Spanker atrapó sus mechones con toda la fuerza de su puño, y sintiendo que un éxtasis inevitable se acercaba, aspiró el humo de su boquilla, se deleitó con su sexy y altivo rostro en el espejo de la pared y lanzó la última catarata de nalgadas, que hicieron desvanecerse al pillo, al tiempo que la justiciera alcanzaba uno, dos, tres intensos ######## simultáneos...

Cuando el empresaario despertó seguía en el regazo de su captora y dijo, con voz débil, que había aprendido la lección, y preguntó si podía marcharse.

Mientras uno de sus nuevos esclavos le daba fuego en su reluciente boquilla, la hermosa dominadora comentó fríamente : "¿De qué estás hablando, mi amor? Esto fue apenas el precalentamiento..."

Seis horas de nalgadas sin descanso (y veintidós ######## de Lady Spanker) más tarde, durante las cuales Mr. Million comprendió que los límites del dolor son infinitos, la Justiciera en Cuero decidió que ya estaba aburrida; hasta los luchadores por la justicia tienen derecho a ello, y así lanzó su última y más poderosa nalgada, regañando al mismo tiempo a su prisionero:

-¡Y por último: Deberás pagarle ya mismo su salario a esos chiquitos! ¿Entendiste, CIELO? (¡CHASSSS!!!)
-Pe... Pero si... -balbuceaba el empresario débilmente entre los vapores del dolor - ...Si dije que lo haría ha-hace cuatro horas... A-antes de desmayarme por quinta vez...
-¡No seas insolente, chiquito!- rió Lady Spanker pellizcando un rincón particularmente amoratado de las asentaderas de Mr. Million - A mí no se me cuestiona. Pero si esa va a ser tu actitud...

Lady Spanker se incorporó, dejando caer a Mr. Million, ajustó sus guantes con fastidio, se acomodó el peinado y envolviéndose en su visón, se dirigió taconeando a la puerta. Mr. Million la contemplaba algo azorado.

-¿A-a-a-¿adónde va, Se-Señora?- preguntó, sospechando lo peor.
-¡Me voy, mi amor, y no vas a verme más! ¡Me cansé de ti y de tu desobediencia! Una mujer como yo no tiene por qué aguantar a un chiquito malo como tú que no hace todo lo que yo digo...

Y dio media vuelta, con una sonrisa cruel en los labios, cuando sintió cómo Mr. Million se arrojaba a abrazar sus pies. Antes de que lo hiciera lo alejó de un taconazo en la boca, y se volvió, furiosa:

-¡¿Pero quién te has creído que eres?! ¡¿Cómo te atreves a tocar mis pies sin mi permiso?! ¡¿Te das cuenta que NO TE QUIERO?!

Mr. Million sollozaba como nunca, y le juró que la amaba, que la adoraba y que haría todo lo que ella le ordenara; el efecto común y corriente que tienen las nalgadas de Lady Spanker. Ella se deleitó un buen rato con sus lágrimas y luego, en mitad de la quinta conmovedora declaración de amor, clavó violentamente uno de sus tacos en la cabeza de su nuevo adorador, aplastando su cara contra el suelo.

-Está bien, mi chiquito... - susurró casi con desprecio, sin mirarlo, mientras se pintaba los labios triunfalmente - Ya que lo dices así se me ocurre cómo podemos trabajar por el Bien y la Justicia...

Mr. Million sollozó con gratitud e intentó besar la suela de su Reina, sin conseguirlo.

Luego, en el Palacio de las Nalgadas de Lady Spanker, una veintena de trabajadores del cuero se reunía alrededor de nuestra heroína.

-¿Entonces consiguió que Mr. Million nos triplique los sueldos atrasados?
-¡Sí, mis chiquitos!
-¿Y luego hizo que gaste todo nuestro dinero en diamantes para usted?- preguntó otro, algo confundido.
-Sí, mi amor... Y valió la pena, ¿no creen? - Lady Spanker se miró vanidosamente al espejo, contemplando sus nuevos anillos, su gargantilla de diamantes y el reluciente brazalete de diamantes que cubría su muñeca enguantada. - es increíble cómo unos diamantes pueden embellecer a alguien que ya es increíblemente hermosa...

Los pequeños obreros vivaron a su heroína, dándole la razón.

-¡Esperen! ¡Esto no es todo! ¡Logré que además me regalara la fábrica, para que trabajen día y noche haciendo botas de taco aguja para mí!

Los obreros se miraron, algo tristes y avergonzados. Uno de ellos se adelantó, hablando por todos.

-Lady Spanker, debe saber que jamás aceptaremos que nos pague un centavo... ¡Usted es tan hermosa, tan buena con nosotros que será un placer ser sus esclavos!
-Pero... - dijo Lady Spanker, fingiendo sorpresa - ¿y entonces cómo harán para comprarme regalitos?
-¡Conseguiremos un nuevo trabajo! Además, si las botas van a ser para usted, tenemos que mantener la fábrica, ¿no, muchachos?

Una ovación estremeció el palacio, mientras Lady Spanker se retocaba el maquillaje sin mirar a sus nuevos sirvientes. Excepto a uno que preguntó:

-¿Y qué pasó con Mr. Million?
-Eso es lo mejor de todo, mi chiquito... Después de que me entregó todo, ¡lo nalgueé hasta dejarlo agonizante y lo abandoné riéndome de él! ¡Debe estar arrastrándose, llorando como un bebé, tratando de encontrarme!

Lady Spanker lanzó una divina carcajada y sus pequeños obreros la acompañaron. A continuación, se dedicó el resto de la tarde a pisotearlos con sus tacones de aguja, como insectos, riendo de felicidad y excitación.

¡Y así, gracias a la dominante Justiciera en Cuero, el Bien vuelve a triunfar!

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