Tuesday, July 26, 2005

Misión Abortada (Parte 3)


Lady Spanker continuó acariciando a la Sr. Rodríguez durante horas, cuidando siempre de no llevarla hasta el éxtasis, ya que le divertía ver a su protegida en ese estado perpetuo de ardor cercano a la desesperación. Simultáneamente no dejaba de atormentar al chico prisionero de sus tacos crueles, mirándolo con malicia de reojo mientras besaba con pasión a su madre, o echándole ceniza en el cabello con dos golpecitos en su boquilla. El joven estaba pasando por un verdadero infierno de celos, aunque al mismo tiempo comprendía que sólo era su culpa por no haberle sido lo suficientemente fiel a su Reina.

Cuando la Justiciera en Cuero empezó a aburrirse, cosa que le ocurría con frecuencia por verse rodeada de seres tan pequeños e impotentes, decidió que era hora de llevar a sus dos adoradores a su límite. Con dos movimientos de memoria, sus dedos enguantados hicieron aullar de placer a la Sra. Rodríguez, al tiempo que introducía con todas sus fuerzas su taco en la boca del muchacho, sintiendo un hormigueo de placer en todo el cuerpo, hasta alcanzar un maravilloso orgasmo. El chico, por último, se sintió desfallecer por el dolor del taco en su lengua, y al mismo tiempo por la insoportable alegría y orgullo de servir a Su Reina una vez más...

Fue entonces cuando se produjo en la Sra. Rodríguez el cambio de actitud que esperaba. La ingrata mujer comprendió por fin la enorme fortuna de estar junto a Lady Spanker, su obvia inferioridad y los intensos deseos de servirla y complacerla por el resto de su vida que son casi un deber para todo el que la conozca. Lady Spanker adivinó el nuevo estado emocional de su servidora y sonrió con cierta malicia; apretando sus muñecas con firmeza, apartó las manos de la pobre señora que deseaba acariciarla con adoración, y comunicó a ambos adoradores que faltaba un último acto para cerrar cualquier malentendido...

Lady Spanker se miró al espejo, contemplando el ceñido tapado de cuero que el muchacho le había regalado. El cuero, brillante y perfumado, se ajustaba a su voluptuosa y agresiva silueta como un guante, mientras que altísimo el cuello de visón enmarcaba su escote reveladoramente. El diseño del abrigo parecía pensado en ella, y Lady Spanker no descartó que el pobre chico lo hubiera mandado a hacer a medida, tal vez gastando los últimos ahorros de su madre. La infinita bondad de la Justiciera la hizo reflexionar en que a pesar de su precario estado económico, siempre encontraría la forma de que el chico - y ahora su madre - pudiera serle de utilidad.

Pero de momento contempló los traseros de sus dos priisioneros, descubiertos y alzados hacia ella, tal como les había ordenado. Pasó su lengua por sus labios pintados y susurró con la voz tomada por la lujuria:

-Mi chiquita, tu nene ya pasó por esto otras veces, ero tú estás por vivirlo por primera vez... Espero que entiendas que esto es necesario... Ambos se portaron muy mal conmigo, y mi Amor por el Bien y la Justicia me impide dejar pasar el castigo que les corresponde... Lo único que puedo decirte es que aunque TE VA A DOLER MUCHO, MUCHO, MUCHO, yo voy a disfrutarlo divinamente... Creo que saber eso puede ser un consuelo...

Cuando Ldy Spanker culminó lo que ella consideraba un justo castigo, y las nalgas de sus adoradores lo suficientemente rojas y marcadas, y sus cuerpos lo suficientemente derrotados y sin fuerzas, se retocó los labios con coquetería mientras dejaba sus instrucciones.

-Mi chiquito, ahora me tengo que ir; quiero estrenar el sacón divino que me regalaste, y además debo encontrarme con un chiquito que se ha estado portando muy mal... Le voy a dejar las nalgas casi tan moradas como las de ustedes... Si es que eso es posible (risilla)...

Lady Spanker terminó de ajustarse los guantes, mientras susurró las últimas instrucciones que escucharon sus protegidos, antes de entregarse a la insoportable melancolía de verse abandonados por su Diosa por unas horas: -Por favor, con lo que le quede a tu mami, cómprale un uniforme de sirvienta, que lo va a necesitar... Hace tiempo que tengo ganas de tener una sirvienta mujer y creo que ella es ideal. Espero que para cuando vuelva la casa esté impecable...

Se alejó haciendo sonar sus tacones contra el mármol, riendo mientras los amenazaba: -Si no, prepárense porque la paliza de recién les va a parecer el Paraíso...

¡Y así, Lady Spanker vuelve a triunfar sobre los chiquillos desobedientes que no son lo suficientemente buenos con ella!

0 Comments:

Post a Comment

<< Home