Monday, November 17, 2008

El Orfanato de Lady Spanker (Capítulo 6)

Lady Spanker tomó con una mano las dos cabelleras de sus chiquitos y los acercó hasta su insoportablemente bello rostro. Luego, con su boca enorme y sensual, cubrió a un tiempo la boca de ambos con el beso más cruel y excitante que habían sentido en su vida, metiendo su lengua alternativamente en una y otra boca y demostrándoles lo pequeños que eran para ella.

-Vayan hasta el cajón de mi cómoda y tráiganme los guantes que encuentren, ¿mmmhhh? -les ordenó con sensualidad.

Los dos pequeños cumplieron con su orden atropelladamente, compitiendo por ver quién era más obediente y dulce. Bruno le trajo el par de guantes largos en la boca, caminando en cuatro patas como un perrito. Nicolás realizó todo el trayecto de rodillas, extendiendo su par de guantes como una ofrenda y la mirada baja. Lady Spanker rió encantada y enternecida.

A continuación, tomó brutalmente a Bruno y le metió uno de los guantes cortos en la boca, enmudeciéndolo; luego, ató uno de los guantes largos alrededor de su boca, como un arnés , dejando el otro extreno extendido, mientras su chiquito respiraba agitadamente y lleno de miedo. Con una mirada fría e indiferente repitió el mismo proceso con Nicolás, y arrojando a ambos al piso y encaramándose sobre sus espalditas. Tirando de las improvisadas y exquisitas riendas, entonces, les ordenó que la llevaran hasta su dormitorio.

Sus chiquitos se arrastraron dolorosamente pero con toda la diligencia de la que eran capaces, mientras Lady Spanker reía cruelmente y se deleitaba observando la escena en el espejo que cubría el pasillo. Se veía tan increíblemente superior y distinguida, ejerciendo su Dominio sobre sus chiquitos de una forma tan perversa y completa que sintió cómo su divino sexo se humedecía y le ardía de excitación. Por lo que decidió que continuaría con el tormento que acababa de crear hasta que se aburriera o sus esclavos murieran de agotamiento, ¡lo que ocurriera primero!

Sin bajarse de las espaldas de sus adoradores y susurrándole con voz sexy, detalle por detalle lo que estaba haciendo para mantenerlos bajo su hechizo, cambió su increíblemente sexy vestimenta por un espectacular vestido muy ajustado de cuero negro, largo hasta el suelo, con un tajo que llegaba hasta la mitad de su cadera y un escote que producía mareos. Luego se maquilló como una prostituta de lujo, capaz de corromper a medio planeta con una caída de ojos, y por fin cambió nuevamente sus guantes por un par que le había regalado uno de sus nuevos amantes -que yacía desconsolado en una de las habitaciones de la bella dominadora, esperando que ésta retornara tal como le había prometido; Lady Spanker sintió un nuevo escozor al imaginarlo agonizando de melancolía. Luego, se cubrió de sus joyas más caras y brillantes y, por fin, se envolvió en una estola de visón plateado. Contempló su espectacular imagen y lanzó una risilla al comprobar cómo sus chiquitos intentaban mirarla, babeándose y tensando sus músculos al borde de la agonía. Sin dirigirles la mirada, como una Reina inalcanzable, les dio dos taconazos sobre sus cabecitas y les ordenó fríamente "Vámonos".

Por supuesto, la entrada a la embajada fue espectacular. Tardó un poco más de lo que hubiera querido ya que Nicolás estuvo a punto de desvanecerse, por lo que debió regañarlo duramente hasta hacerlo estallar en llanto. Habiendo entrado en una frecuencia de crueldad sin límites de la cual estaba disfrutando increíblemente, Lady Spanker no sólo no se conmovió en lo más mínimo sino que redobló -sonriendo malévolamente- sus reproches e insultos, jugando con la idea de matarlo de pena y humillación. De cualquier modo, aún le quedaba el pequeño Nico para servirle de transporte (aunque si la destrucción de Nico la deleitaba lo suficiente, no descartaba hacerle lo mismo y abandonar sus cuerpecitos en mitad de la calle; se sentía malvada, bellísima poderosa y Divina. ¡MERECÍA esa prerrogativa!

La fiesta habia sido organizada en su Honor, para reconocerle su trabajo por los desposeídos y para recaudar fondos con los que mantener su Orfanato, así que explicó al grupo de admiradores que la rodeaba y la miraba con Adoración que le había encontrado una nueva utilidad a sus chiquitos, lo que fue aplaudido por toda la concurrencia. Desfallecientes, Bruno y Nicolás (que acababa de enterarse que había sido convertido en "huerfanito", lo que no era raro ya que la mitad de los protegidos de Lady Spanker eran enamorados que, luego de quedar en la ruina e inutilizados para otra cosa que no fuera lustrar las botas de su Reina, habían sido adoptados por su Infinita bondad) sonrieron al escuchar que su Ama los llamaba "útiles", lo que les dio nuevas energías. Pronto tuvieron que hacer uso de ellas.

Lady Spanker, sin bajarse en ningún momento de su vehículo, se dedicó a fumar, coquetear con los invitados y a tomar champagne. Y algo achispada y caprichosa, anunció que era momento de recibir las donaciones. Estas no consistían en dinero, que la Justiciera en Cuero consideraba vulgar, sino en pieles, joyas y guantes de cuero, que desde luego no se venderían para mantener el orfanato ya que la bellísima mujer merecía esos regalos y muchos más; pero esta vez decidió, llena de generosidad, dar algo a cambio.

Tirando de las riendas con violencia, llevó a sus chiquitos al centro del salòn, mientras la Alta Sociedad la observaba con curiosidad. Se bajó de su pedestal viviente, ante los aplausos de todos, pero no para liberarlos sino para reacomodarlos. Con un par de movimientos, hizo arrodillar a Nico y luego arquear su espalda, mientras colocó a Nico parado detrás suyo con los brazos extendidos. Entonces, la bellísima Reina se sentó, apoyando su mojadísima chochi sobre la boca de Nico y se apoyó, como un respaldo, en Bruno, cuyo erguidísimo miembro quedó atrapado entre las voluptuosas nalgas de su Ama. Luego, Lady Spanker clavó el taco de su pierna derecha en el vientre de su ex novio y cruzó la otra sensualmente, mientras apoyaba los brazos en los brazos extendidos de Bruno.

Todos aplaudieron la increíble imaginación de Lady Spanker, que había transformado a sus acareadores en un trono digno de la Reina que era. La bella dominadora sonrió mientras colocaba su boquilla en los labios y un admirador encendía su cigarrillo. Exhalando el humo sensualmente, exigió que empezaran con sus ofrendas.

Pero Lady Spanker no se limitó a recibir la infinidad de obsequios que los invitados tenían para ella, sino que, usando a sus chiquitos de litera, y a modo de nuevo tormento, se dedicó a cogerse sobre ellos a cada ofrendador, a manosearlos sin piedad, besarlos sensualmente, llevar con su dedito enguantado al éxtasis a las damas asistentes, y por supuesto, a arañar, morder, dominar y abofetear a voluntad, cuando la Pantera que la habitaba decidía irrumpir.

La agonía de dolor, celos y sumisión a la que estaban sometidos sus dos chiquitos (que derramaban lágrimas de sufrimiento al tiempo que sus pititos latían insoportablemente de deseo) parecía crecer a cada rato, y lady Spanker, sin hacérselo notar, se alimentaba de sus corazoncitos destrozados, lo que se reflejaba en su cuerpo y su belleza. A cada minuto que pasaba, invitado cogido y lágrima vertida, se volvìa más bella, alta, rica, dominante y sensual.

Lady Spanker sonrió. Otra vez había triunfado. Aspiró el humo de su boquilla una vez más y clavó cariñosamente sus tacos en el muslo de Nico.