Wednesday, May 07, 2014

Prisionero

Sus turgentes tetas se aprietan y refriegan contra mi espalda. Su brazo izquierdo me tiene prisionero con una media Nelson, torciendo mi brazo hasta el límite. Cuando amago con forcejear, gorjea con alegría y levanta su codo medio milímetro, y un dolor punzante se extiende desde mi hombro a la punta de mi cabeza, y me veo obligado a someterme a Su Divino Capricho.

Me encuentro prisionero de un ser absolutamente Divino y Superior: Es Lady Spanker, la irresistible Dominadora, la Justiciera en Cuero, la mujer más bella y distinguida del mundo. Para ella no soy más que un juguete al que manipular y dañar, y arrojar a un lado cuando se aburra de mí, y no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Me tiene bajo su hechizo y moriría con entusiasmo por un mohín suyo.

Ahora veo con horror cómo Su felina mano derecha me rodea y se interna en el interior de mis calzoncillos. Mi Reina me manosea, acariciándome la pija y los testículos con amor y talento, volviéndome totalmente loco. Cuando se cansa de ello, me masajea el perineo con su dedito enguantado. Tengo los ojos en blanco y apenas puedo respirar. Mis huevos están reventando de leche y mi pene está duro, palpitante, a punto de alcanzar el clímax, con gotas preseminales borboteando continuamente, pero Ella no me permite el alivio final. Y me mantiene así por horas y horas. Dominándome. Haciendo desaparecer de mi cabeza todo lo que no sea Ella y su divina mano masturbándome. 

Su  mano izquierda se extiende hasta mi nuca y me la acaricia, lastimándome con sus uñas (tan largas, divinas y afiladas que se sienten incluso por debajo del cuero de sus largos guantes negros) y sus anillos relucientes de piedras preciosas, y luego, en un arranque violento, me tira del pelo con crueldad, doblándome la cabeza hacia atrás.

Entonces me come la boca a besos vorazmente, manchándome de rouge, invadiéndome con humo de cigarrillo y aroma a rosas y champagne, mordiéndome y violándome con su lengua, mientras ronronea y se deleita con mis gemiditos atemorizados. Lanza una risilla, excitada, y pasa a morderme el cuello y la nuca sin piedad, dejándome moretones y marcas que tardarán semanas en irse, cuando no se superpongan a dentelladas nuevas. 

Los escalofríos que me producen sus mordiscos en la nuca y sus lengueteos en mi oreja se alternan con el tormento de la paja que continúa sin descanso. Cuando creo que no puede llevarme a un punto de placer más alto, la bellísima y dominante Lady Spanker encuentra una nueva y creativa forma de excitarme. O bien juega con mi enorme erección, torciéndomela y bombeando la punta, o bien suelta un jadeo caliente en mi nuca, o me clava uno de sus altísimos tacos en el pie, o me susurra al oído las creaciones de su perversidad, sean el infierno en el que sumió a sus amantes pasados o las ideas que tiene para mí en el futuro; O sencillamente me lleva hasta su enorme espejo, para que vea su cuerpo escultural y su bellísimo rostro de reina y puta cara.

Y cuando considera que estoy empezando a disfrutar demasiado, ¡CHASSS!!!, desata sobre mi cola una tormenta de nalgadas, el rostro furioso y los dientes de loba apretados, mientras me grita y me reta como si fuera un niño caprichoso, hasta hacerme soltar algunas lágrimas (y sin liberar mi brazo en ningún momento), y entonces siento su boca enfadada transformarse en una sonrisa de perverso placer y su concha húmeda y caliente vibrar atrás mío con un vicioso orgasmo. 

Desde hace varios días no abandona esta posición ni para comer ni para dormir. Solo cuando decide bañarse, maquillarse o cambiarse se permite dejarme atado contra un poste durante algunos minutos. Siento que mi brazo está perdiendo movilidad, y que la leche acumulada en mis huevos llega hasta la punta de mi pene, sin posibilidad alguna de eyaculación. Los muslos me duelen y las nalgas no paran de arderme, lo mismo que mi boca y la punta de mi pija. Soy su completo prisionero a un límite que no imaginé jamás. Me siento un juguete en sus manos, sin posibilidades de fuga ni de decisión alguna.

Es una mujer maravillosa y la amo a más que nada en el mundo.


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