Thursday, July 21, 2005

Misión Abortada (Parte 2)


Algo le decía a la Sra. Rodríguez que el afecto que le demostraba Lady Spanker no era del todo maternal, pero de cualquier manera no se atrevía a contradecirla: en primer lugar, no se sentía con deseos de abandonar el cobijo de sus encantadores brazos, ni su aroma embriagador a cuero, perfume y cigarrillo que la hacía sentir flotando. Por otra parte,sabía que le estaba en deuda por salvar a su hijo; y por último influía el respeto que la distinguida heroína le inspiraba, un respeto muy cercano al miedo.

La afortunada señora se sentía cada vez más bajo su influencia, ya que paralelamente al crescendo que tomaban sus caricias (la Sra. Rodríguez se ruborizó ligeramentre al ver la encantadora mano enguantada de Lady Spanker desaparecer dentro de su fakda) también notaba que el trato que le dispensaba crecía en cierto tono autoritario... Como si a Lady Spanker le interesara dejar en claro su superioridad espiritual, social y física .

Para ello utilizaba desde algunas burlas hirientes referidas a su presencia física y su condición social, que la mujercita aceptaba con algo de dolor, así como ciertas amenazas - en realidad, casi promesas - de sojuzgarla y hasta de lastimarla físicamente, pronunciadas con una extraña alegría, en medio de risillas y jadeos. La Sra. Rodríguez, aunque se sentía algo atemorizada por estas palabras, justificaba a su heroína entendiendo que eran provocadas por cierto apasionamiento en la expresión de su afecto que Lady Spanker no se molestaba en ocultar.

Por último, durante la última media hora en la que la Señora Rodríguez descubrió zonas de su cuerpo que ni siquiera sabía que existían, Lady Spanker se dirigió hacia ella sólo a través de órdenes y uno que otro insulto: un maltrato que sólo podría aceptarse bajo una relación de dominio. En este punto la indefensa señora se creyó en la obligación de protestar, pero las palabras le fallaron ante el escalofrío que le recorrió su cuerpo, provocado por el divino mordiscón que su heroína le clavaba en le nuca... Y en ese momento vio entrar a su hijo.

-¿Ma-m-mamá??? - preguntó el muchacho. -¿Q-qué estás haciendo c-con Lady Spanker?

La pobre señora sintió entonces que todo su mundo se derrumbaba, comprendiendo toda la situación en un segundo. Mirando a su amororsa amiga, tartamudeó:

-¿E-e-entonces...? ¿USTED? ¿Usted es la mujer que... que...?

Sin dejar de consolar a su pequeña protegida - en realidad, aferrándola del cabello con firmeza para obligarla a mirarle a los ojos - la Justiciera en Cuero puso las cosas en claro:

-¡No seas ESTÚPIDA, mi chiquita! Evidentemente malinterpretaste las cosas que te contaba tu chiquito sobre mí... NO VAS A INSINUAR QUE UNA MUJER TAN BELLA Y DISTINGUIDA COMO YO ES MALA, ¿NO?
-N-no... - gimió la señora.
-Así me gusta... - rió Lady Spanker exhalando una sexy bocanada de humo mientras miraba con codicia la bolsa que cargaba el chico - ¿Y tú qué estás esperando para mostrarme lo que me trajiste?

El muchacho, confundido y atemorizado, sacó de la bolsa un lujoso tapado de cuero negro, coronado en un cuello de visón negro y brillante. Lady Spaner cerró los ojos, disimulando el orgasmo que acababa de tener ante la visión de la costosísima ofrenda.

-Mmmmmhhh- mmmmhhhh... - La Heroína recuperó el aliento rápidamente - Es divino... Tu hijo es un sol, ¿sabías, mi chiquita? No tienes idea de la cantidad de regalos que me hace... Lo obligué a confesarme el dinero que va quitando de sus ahorros para complacerme... Pero no te preocupes: Me encargo de castigarlo diariamente.
-Hijo... - sollozó la pobre mujer - Hijo... A- ayúdame...

Aunque el chico agonizaba por dentro, no se atrevió a hacer nada, pero abrió la boca, tal vez para rogar. ¡Rápida como un rayo, Lady Spanker extendió sus felinas piernas y redujo al peligroso joven, pisoteando su cabeza y su mano derecha con sus altísimos tacos contra el suelo!

-¿Acaso creías que ibas a sorprender a Lady Spanker? ¡Estúpida criatura! ¡Ahora vas a lamerme los tacos mientras me ocupo de tu mami! - luego dirigió a la Sra. Rodríguez una mirada apasionada y aterradora - Mi querida chiquita, no se desaira a una amiga que está entregándote todo su afecto...

Lady Spanker siguió entregándo su bondadoso corazón, jugueteando con sus dedos largos y felinos en la femineidad de la ingrata mujer, y besándola con auténtico cariño, el cariño que una Diosa puede tener por un animalillo o un juguete. Tal vez por eso es que no le daba demasiada importancia cuando la mujer se quejaba de dolor por las dentelladas que le clavaba en el costado de la boca cuando la besaba. O por los escalofríos afiebrados que sacudían a la mujercita ante el contacto de los diamantes engarzados en sus atrevidos dedos. Mientras tanto también acariciaba a su joven amigo, pero con sus tacos, clavándoselos en la mano para que no se rebelara, o metiéndoselos en la boca. El joven intentaba cumplir con la orden de su Reina y lamerlos como un perrito, pero Lady Spanker jugaba con ella metiendo y sacando el taco una y otra vez, como si le hiciera el amor, lo que provocaba algunos respingos de dolor en el chico. Sin embargo lo que más le costaba cumplir era la orden que Lady Spanker repetía con su voz susurrante, de NO DEJAR DE MIRARLA NI UN SEGUNDO. El dolor que le provocaba, no tanto la situación de su madre, sino la catarata de celos que lo invadía, le resultaba por moentos insoportable... (Continuará)

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