Monday, July 18, 2005

Justicia en Cuero (Parte 1)


Mr. Million entró a su departamento y lo primero que notó, además del perfume a sexo y cuero, fue el movimiento de la sombra del humo contra la pared. La sombra continuaba en un cigarrillo, colocado en la punta de una larguísima boquilla sostenida por una mano felina. Allí la sombra perdía su forma, porque la dueña de esa mano encantadora estaba sentada en su sillón favorito, un sillón giratorio de cuero, que ahora le daba la espalda.

-¿Pero qué dem...? - atinó a preguntar Mr. Million.
-No hables así frente a una dama, mi chiquito - contestó Lady Spanker, girando el sillón hacia el dueño de Explotaition Inc.

Mr. Million se quedó sin aliento al ver a la hermosa justiciera. Alta, voluptuosa, enfundada en un ajustadísimo corset de cuero, sus brazos envueltos en guantes de cuero que llegaban hasta el nacimiento de los hombros y calzando ceñidas botas de taco aguja, su perturbadora imagen coincidía a la perfección con la descripción que aparecía en los archivos de su Servicio de Seguridad. Una carísima estola de visón negro y brillante envolvía su espalda, aunque dejando al descubierto sus hombros altivos.

-Y... ¿Y aqué debo esta visita?
-Lo sabes bien, mi chiquito... No te estás portando bien con los empleados de tu fábrica de botas de taco aguja... - Lady Spanker dio unas palmadas sobre su regazo, invitando a Mr. Million a echarse sobre él - ...Y yo suelo castigar a los chicos que se portan mal...

Mr. Million estaba perfectamente enterado de que debía el salario de seis meses a sus empleados. Lo que no sabía era que le habían ido con el chisme a la Justiciera en Cuero. ¡Pero no estaba dispuesto a dejarse nalguear!

-¡A ella! ¡Acábenla! - gritó a sus guardaespaldas.

Lady Spanker miró con cierto fastidio a los tres hombretones que emergieron detrás de Mr. Million. Sin perder la elegancia, se paró y, casi bailando graciosamente entre ellos, los redujo a la esclavitud en dos movimientos: al primero le alcanzó con rozarle la entrepierna con su mano enguantada, provocándole una erección tan insoportable que debió doblarse sobre sí mismo; simulatáneamente le echaba al segundo una seductora bocanada de humo en el rostro, dejándolo enceguecido y con un broncoespasmo que lo obligó a caer de rodillas frente a ella; dos décimas de segundo más tarde, y decidiendo que no quería arriesgarse a arruinar el costosísimo peinado de esa mañana, prefirió inutilizar al último lanzándole su más cruel mirada de desprecio. El gorila sintió su corazón quebrarse, sabiendo en ese instante que Lady Spanker jamás lo volvería a mirar, y contemplando su vida vacía de sentido, se echó a llorar, de rodillas a su hermosa Destructora.

Mr. Million tembló al ver a Lady Spanker acercarse a él contoneando las caderas, pisoteando cruelmente a sus guardaespaldas, con una mano en la cintura y la otra sosteniendo la boquilla en alto, e intentó balbucear una defensa. Pero nuestra heroína, sintiendo el Espíritu de Dominio encenderse en su corazón, no estaba para escuchar excusas. Le dio vuelta la cara de una bofetada y mientras el hombre se estremecía de terror, la voz sensual de la Justiciera en Cuero le susurraba, al tiempo que se ajustaba los guantes con fastidio:

-No pierdas el tiempo, mi chiquito; ahora los únicos que vamos a charlar son tus nalgas y yo...

Fue el comienzo del infierno de Mr. Million.

(Continuará)


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