Monday, September 15, 2014

La Cena

Entramos al restaurant del hotel, yo alta y matadora, enfundada en un vestido de cuero largo y apretado y envuelta en mi carísima estola de visón blanco, un peinado alto y azabache y mi brazo enguantado tomado del tuyo; y vos tratando de seguir tìmidamente mis taconazos, corriendo con pasitos apurados y mirándome de reojo, expectante, tratando de adivinar mis deseos para no hacerme enfadar.

Si un extraterrestre nos mirara no tendría dificultad en discernir cuál es el Ser Superior y cuál la criatura insignificante y dominada. La perfección imponente de mi cuerpo, mis caderas insolentes, mis senos erguidos, mi mentón elevado y mi mirada aristocrática y cruel, sumada al lujo y las señales de peligro de mi atavío (una mujer vestida de cuero pies a cabeza y cubierta de joyas y plata, caminando sobre tacos de aguja de veinte centímentros no puede ser "buena") contrastan con tu actitud de adoración, tus pasos dubitativos y tu ropa sencilla. Dominarte es sencillo para mí, y el hecho de que sea sencillo, de que estés tan indefenso ante mí, de que pueda destrozarte con una mirada en cuanto se me antoje me excita aún más... A mayores posibilidades de abusar de mi Poder, más Malvada soy, y por lo tanto, más bella y maravillosa.

El Maitre (que no puede evitar mostrarse perturbadísimo por mi presencia) nos conduce a la mejor mesa, por supuesto. Tiene un asiento largo así que moviendo el culo graciosamente me coloco junto a vos, para acariciarte sensualmente la nuca. Mientras esperamos al camarero coloco mi larga boquilla en los labios, para que te apresures a encender mi cigarrillo, y me dedico a fumar sensualmente, posando para todas las miradas, dejando escapar el humo voluptuosamente por mi boca entreabierta, sin mirarte pero sabiendo que no podés quitarme la vista de encima.

El mozo se acerca, conteniendo sus nervios. Por supuesto, no te permito que hables. Quiero que quede claro quién manda, así que con voz susurrante pido champagne y revolviéndote el pelo digo risueñamente "y para él una chocolatada... Es muy chiquito y no puede tomar alcohol..." Luego lomo (bien jugoso). "¿Alguna entrada?" Te miro con voracidad y le digo, descaradamente, "de entrada ya sé lo que quiero..."

Despido al camarero con un gesto y me lanzo a comerte la boca a besos, apretándote salvajemente. Totalmente cohibido ya que todo el mundo nos mira, hacés esfuerzos sobrehumanos para resistirte o separar tu boca de la mía, pero por supuesto, no te lo permito. Mi mano en tu nuca ha dejado de acariciarte para tenerte prisionero de un manojo de pelo; mi otra mano se mete dentro de tu camisa, juega con tus pezones y mis uñas (tan afiladas y largas que se sienten incluso debajo de mis guantes) se clavan despiadadamente en tu pecho, dejándote lleno de marcas. Luego baja juguetonamente hasta tu vientre y, por fin, se mete dentro de tu bragueta. Abrís los ojos horrorizado y, sin poder hablar (lo que sería un poco difícil con mi lengua en tu garganta) sacudís la cabeza desesperado... Me enojo y me veo obligada a dejar de morrearte para decirte al oído "Yo con vos hago lo que quiero, así que dejá de resistirte o te mato...", con una mezcla de sensualidad y amenaza tal que te sometés completamente... Mientras se te llenan los ojos de lagrimitas.

Vuelvo a devorarte la boca, ahora a dentelladas, llenándote la cara de rouge y chupones, mientras mi mano enguantada te hace la mejor paja de tu vida: en pocos segundos tenés una erección monstruosa, y tu pija palpita como loca. Te muerdo el cuello y la nuca y juego con tus huevitos hasta que se llenan bien bien de leche, y como estoy fuera de control dejo que mi mano avance, masajeándote el perineo con un dedito y después metiéndotelo por donde ya sabés...

Tenés los ojos en blanco, y te sacudís de placer y de miedo... Mientras te hago un masaje salvaje en la próstata, el resto de mis dedos siguen jugueteando con tus huevos y mi muñeca no para de rozarte la pija. Separo mi boca de la tuya unos milímetros, para que veas mi sonrisa malévola y maternal.

Aparece el camarero con el champagne. Jugando a que necesito disimular, de un empujón te libero violentamente, arrojándote contra el rincón del asiento, y saco mi espejito, acomodándome el peinado mientras el mozo me llena la copa. Luego me retoco el rouge, aunque no se ha corrido ni medio milímetro. Noto cómo se le acelera el corazón al mozo y le echo una mirada entre altiva y devoradora de reojo mientras continúo pintándome los labios con morbo. "Gracias, chiquito", le susurro guiñándole el ojo, y se me erizan los pelos de la nuca al percibir ese cambio en su mirada que reconozco perfectamente: Ya está enamorado de Mí. Me relamo pensando en cómo hacerlo sufrir, y en cómo utilizarlo para torturarte.

Vos jadeás, agonizante, luchando para erguirte y recuperar protagonismo, pero estás agotado y tu erección te impide moverte con naturalidad. Tenés miedo de que el más mínimo roce contra tu pantalón te haga eyacular: En realidad es imposible que lo hagas, ya que te bloqueé la próstata con mi dedito (quiero que sigas caliente un largo rato), pero no te lo digo. Te agarro de la nuca y te traigo nuevamente a mi lado, y brindo con vos diciéndote las cosas perversas y eróticas que voy a hacerte, para que te vuelvas tan loco que ya no puedas ni articular palabra.

Cuando el camarero llega con el lomo estoy encima tuyo, cogiéndote salvajemente. Sentís mi concha húmeda y caliente cubriendo y liberando tu pija palpitante y dura una y otra vez, sintiendo un escozor desde la base hasta la punta, no comprendiendo cómo no has acabado, mientras mi mano enguantada te masajea los huevitos, el dedo mayor hundiéndose entre los dos, y mi otra mano dándote vuelta la cara a bofetadas, mientras te amenazo: "¿Vas a comprarme las botas que te pedí??? ¡Mirá que no pienso pasar un día más sin esas botas!", "¿Verdad que soy la mujer más hermosa que viste en tu vida? ¡Deberías agradecerme de rodillas por estar con vos!", "¿Vas a hacer TODO LO QUE YO TE DIGO, chiquito?", a todo lo cual sólo atinás a asentir, pedirme perdón y cubrirme de halagos.

El camarero balbucea algo como para llamarnos la atención, y estoy tan encendida que sólo atino a extraer mi fusta del interior de mi bota y le cruzo la cara con furia: "¡Silencio!"

Cae al piso, atónito. Es nuevo. No sabe si llamar al dueño del hotel. Si lo hiciera, se encontraría con la orden de someterse a todo lo que yo le diga. Pero eso sería demasiado fácil. Te doy una bofetada para dejarte casi fuera de combate (pero que puedas ver lo que voy a hacer) y me paro, con las manos en la cintura. Con voz dominante y muy sexy le explico que estoy sumamente inconforme con su desempeño, y que quiero que llame al gerente. El chico intenta incorporarse y disculparse, muy afligido, pero lo aplasto contra el piso con mi tacón de aguja, mientras continúo atormentándolo.

"¿Quién te creés que sos para interrumpirme mientras me estoy dando besos con mi novio? ¡Es la segunda vez que lo hacés! ¿Te calienta mirarnos? ¿Es eso?" Intenta deseseperadamente decir que no, pero lo callo metiéndole mi taco en la boca y prosigo: "¡Sos un chiquito muy malo y muy desobediente! ¡Te debería hacer echar!" Se le llenan los ojos de lágrimas y siento cómo se me moja la bombacha. "¡Te voy a dar UNA OPORTUNIDAD MÁS! ¡Pero por el resto de la noche me vas a tener que obedecer en todo... EN TODO! ¿Entendiste???" Le quito el taco de la boca y el chiquito, agradecido, se abraza a mi pie y me lo cubre de besos. Tengo un orgasmo poderosísimo que disimulo a duras penas. Me agacho un poquito, sacando el culo muy provocativamente, con un cigarrillo nuevo en mi boquilla. "Ahora dame fuego". Me obedece. Le echo el humo a la cara: "Te podés ir. Pero volvé en cinco minutos a ver si necesito algo."

Como ya acabé, me pongo a cenar sensualmente. Vos estás caliente por mi cogida y mi show de dominación, y tratás de llamarme la atención infantilmente, acariciándome con timidez. Yo me muestro gélida y altiva, pero ante tu insistencia de cachorrito  te sonrío maternalmente y te doy de comer en la boquita. Me dedicás una mirada de adoración y tratás de acercarte, pero te histeriqueo y te aparto con mi dedito enguantado, jugando con tu excitación. Tratás de tocarme y de besarme y yo te lo impido, entre risillas y roces "accidentales", atormentándote y volviéndote loco. Cuando estás más desesperado por acercar tus labios a los míos, te tuerzo la muñeca hacia arriba, de tal modo que cuanto más esfuerzo hacés para acercarte, más dolor sentís, lo que no frena tu conmovedora desesperación. El rostro se te cubre de lágrimas y en lugar de despertarme piedad, te tuerzo la muñeca dos milímetros más, a un paso de quebrártela, mientras me acaricio el pelo de la nuca, con la boquilla entre los labios... Estoy más caliente e inalcanzable que nunca, y...

"N-necesita algo, Señora?", susurra tímidamente el camarero, sobresaltándome. ¡Aunque sos mi novio "oficial", instintivamente alzo mi muslo torneado y ¡STOMP!!!, te PISOTEO BAJO LA MESA CON MIS TACOS ALTOS, para ocultarte del visitante inesperado! (una reacción, supongo yo, producto de estar acostumbrada a ser tan PUTA e INFIEL). Por supuesto, me enfurezco y le echo una mirada en llamas al muy inoportuno, que intenta alejarse asustadito... Por supuesto no pienso permitir que escape a su castigo y lo atrapo de la cabellera: "¿A dónde te creés que vas, chiquito??? ¡Te estás portando MUY MAL!", y lo coloco en mi regazo. Lleno de miedo, lucha para escapar pero el pobrecito no sabe con quién se metió. "Tengo ganas de hacerte esto desde que te vi, putito", le digo mientras le desgarro los pantalones con mis uñas, y mientras doy vuelta la cara cruelmente haca atrás tomándolo de un manojo de cabellos, le doy una PALIZA DESPIADADA con la palma de mi mano enguantada.

¡CHASSS! ¡CHASSS! ¡CHASSSS!!!, retumban las nalgadas en todo el salón. La gente no se atreve a mirarnos abiertamente, pero siento las miradas de reojo, lúbricas y excitadas. Los gemiditos de nena del camarero me llenan de vanidad y excitación, y redoblo los chirlos hasta que me arde la mano...

Por supuesto no me olvido de vos, ahí abajo, sin entender muy bien lo que pasó, y te CLAVO MIS TACOS ALTOS EN TODO EL CUERPO UNA Y OTRA VEZ, ¡STOMP! ¡STOMP! ¡STOMP! Sentís cómo mil pequeñas estocadas te curen el cuerpo, mientras te rozás contra el cuero de mis botas cuyo embriagador aroma te envuelve, así que a pesar del increíble daño que te hago seguís cada vez más excitado. Siento cómo tu boquita me hace cosquillita, desesperada por besarme las piernas y los tacos y sonrío para mis adentros... Y desato toda mi crueldad verbal contra mi nuevo esclavo:

"¿Sabés porque hago esto, no, chiquito? ¡Porque puedo! ¡Porque nadie le va a impedir a una mujer tan perfecta, hermosa, rica y dominante como yo que haga lo que le dé la gana con un chiquito tan insignificante como vos! ¡Para mí no significás nada: Cuando termine con vos, vas a estar enamoradísimo de mí y yo voy a apartar tu lenguita desesperada por lamerme las botas de un taconazo en la cara! ¡Y me voy a REIR, a reir de tus lagrimitas, taradito!" Y lanzo una carcajada sensual y cruel, ahora azotándole el culo con la fusta, y me relamo mirándole las marcas que se van imprimiendo en su colita de bebé. mmmmmhhhh....

0 Comments:

Post a Comment

<< Home