Monday, October 18, 2010

El Eterno Ritual de Lady Spanker

Una vez más, la bellísima Lady Spanker consiguió atraer una nueva presa a su lujoso departamento. Su joven enamorado vio la puerta entreabierta y entró, algo nervioso, pensando que tal vez algo podría haberle pasado a su adorada amante.

-¿Lady Spanker? ¿Está usted bien? -preguntó con una mezcla de miedo y respeto (Lady Spanker no permitía a ninguno de sus amantes que la tutearan). Entonces, la puerta se cerró tras él. El jovencito sintió escalofríos. El departamento estaba envuelto en una seductora penumbra, iluminado por algunas velas. Entonces sintió el golpeteo de unos tacos altos contra el piso, y lleno de excitación volvió la cabeza hacia el sonido... ¡Para recibir el violentísimo ataque de Lady Spanker, que se lanzó sobre sus espaldas y lo aprisionó en el acto con sus hermosas manos enguantadas! Una de ellas lo sujetó del pelo, torciéndole la cabeza hacia su rostro, para que ella comenzara a devorarle violentamente la boca, llenándolo de rouge y el humo de su cigarrillo; y la otra se introdujo descaradamente entre sus nalgas y comenzó a manosearle el nacimiento de sus bolas y a presionar , experta, el excitante punto de su perineo, paralizando completamente la voluntad de su víctima, mientras lo apretaba contra la pared.

A los diez minutos de esta suerte de amorosa violación, el joven ya había perdido completamente su capacidad de defenderse, su dignidad y cualquier otro tipo de pensamiento que no fuera una arrobadora adoración por su cruel abusadora. En su mente y su alma ya no había lugar para nada que no fuera la increíble belleza de Lady Spanker y sus deseos de servirla y darle todo lo que ordenara. En cuanto la bella dominadora percibió la completa subyugación de su amante, se relamió excitada los labios pintados de rojo furioso y rechazó al chico contra la pared. Jadeando de lujuria y crueldad, se quitó el tapado de cuero, exhibiendo impúdicamente su escote y sus curvas de vértigo, y con las manos amenazadoramente en la cintura miró desafiante al muchacho. "¿Qué pasa, chiquito? ¿Me tenés miedo?". El chico temblaba e intentó balbucear unas palabras, cuando la hermosa mujer lo apretó de la cintura contra sí y con una sonrisa encantadora, acercando peligrosamente sus labios a los del chico, susurró "Hacés bien... Porque te voy a lastimar mucho..." Acto seguido, aspiró una bocanada de humo de su boquilla y se lo lanzó a la cara sensualmente, haciéndolo toser como un niñito. La distinguida dominadora rió con ternura y ronroneando volvió a besarlo con sensualidad mientras manoseaba su bulto.

Y luego, sin ningún tipo de explicación, lo tomó del pelo y lo arrojó al piso, para hacer caer un lluvia de bofetadas, jadeando de placer y furia hasta arrinconarlo contra la pared. El jovencito sólo atinaba a pedir piedad y a jurarle su amor. Por fin, Lady Spanker clavó su taco contra el pecho de su pobre amante, para mantenerlo prisionero mientras se ajustaba los guantes con coquetería. "¿Trajiste mi regalo?", preguntó con frialdad. El jovencito, con lágrimas asomando de sus ojos, asintió sonriendo, feliz de haber cumplido con el pedido de Lady Spanker. "Entonces traémelo... Pero escuchá ATENTAMENTE lo que te voy a decir..." Mientras impartía sus instrucciones, la bella y exótica mujer tomó una larga capa de cuero con altas solapas, y se la ajustó al cuello con un broche en forma de viuda negra, tomando el seductor aspecto de una Reina Vampiro, creando el clima para el ritual que se iniciaría a continuación. "NADIE puede estar a la altura de una mujer tan hermosa, malvada y distinguida como yo. Así que mientras estés en esta casa, tené MUCHO CUIDADO de que tu cabecita no supere ni un centímetro mis rodillas... O lo vas a pagar muy caro." Y se dirigió, apenas mirando de reojo a su prisionero, al trono que se encontraba en el centro del salón, custodiado por su fornido mayordomo, sentándose y cruzando las piernas seductoramente.

Con mucho cuidado, andando en cuatro patas, el joven enamorado tomó la bolsita de pana roja que se le había caído en el ataque de su Reina, y se acercó hasta el trono con timidez, deteniéndose respetuosamente a medio metro. Lady Spanker, mirándolo con desdén, tomó su boquilla, colocó en ella un nuevo cigarrillo y lo acercó a su mayordomo, que se lo encendió sin esperar medio segundo. La sexy dominadora entrecerró los ojos mientras aspiraba sensualmente su boquilla, y manoseaba las bolas de su mayordomo como pequeño gesto de agradecimiento. Éste último reprimió un temblor de placer. Luego exhaló el humo examinando a su amante, como una fiera examinando al cervatillo que está a punto de devorar.

El jovencito la miraba completamente extasiado. Con su apretado vestido de cuero, sus guantes, sus botas, su boquilla y su capa, parecía la Reina Absoluta de los Infiernos, con el poder de dominar, seducir y destruir a quien se propusiera; y al mismo tiempo, capaz de realizar los gestos y las actitudes vulgares pero increiblemente sensuales de la más cara de las prostitutas... Lleno de miedo y amor, el muchacho se sintió gratificado por una nueva sensación: Orgullo, por haber sido elegido para ser el juguete de la mujer más maravillosa de la Tierra.

Lady Spanker restregó uno de sus encantadores muslos con el otro, llena de placer, ya que leía exactamente lo que pasaba en la cabecita de su adorador, y luego clavó violentamente uno de sus tacos en la mano del pobrecillo, mientras dejaba escapar una nube de humo; la señal para recibir su ofrenda. Con el rostro crispado de dolor, el chico le acercó la bolsita. Lady Spanker la tomó y -retorciendo el taco sobre la tierna manito- la abrió excitada: se trataba de un par de nuevos guantes de cuero negro y brillante, largos hasta el codo. Con coquetería, ofreció su mano al jovencito, que pasó a quitarle uno a uno los anillos de los dedos felinos, y un exquisito brazalete de platino. La bellísima mujer se quitó el guante que vestía sus torneados brazos, para colocarse el nuevo lenta y voluptuosamente, regodeándose con una sonrisa mientras se lo ajustaba eternamente, intentando alisar infructuosamente los plieguecitos formados alrededor de la muñeca, que despedían destellos hipnóticos. Luego volvió a ofrecerle su mano al chico, que procedió a enjoyar su mano enguantada otra vez. Lady Spanker observó el resultado con satisfacción, contemplando su bello rostro en el dorso de su mano cubierto por cuero nuevo y reluciente. Luego repitió la operación con su otra mano, ajustándose el guante aún más lentamente, para atormentar a su amante. Al terminar, liberó la mano del chico de su taco aguja. Este hizo un esfuerzo conmovedor para reprimir sus lágrimas.

"Qué chiquito tan obediente... Te merecés un premio", susurró la bella señora, tomando al jovencito de su cabellera para sentarlo en su regazo. Sin soltar su pelo, empezó a besarlo despiadadamente, mordiéndole la boca con salvajismo, mientras su mano enguantada se metía dentro del calzoncillo y lo manoseaba sin pudor. Ante este nuevo ataque sexual, el chico se sintió paralizado por el placer. Lady Spanker no dudaba en chuparle la oreja, morderle el cuello, lanzarle el humo a la cara, meter su lengua hasta el fondo de su boca, mientras sus dedos recorrían sus testículos y su pene de arriba a abajo, hasta hacerlo alcanzar casi treinta centímetros. Y entonces, decidida a convertir su placer en tormento, le susurró con voz sexy y ronca de vodka: "Eso sí... NI TE ATREVAS a derramar UNA GOTA de tu lechita en mis guantes nuevos, porque entonces... Me voy a enojar mucho..." El chico, asustado y excitado, se atrevió a preguntar "¿Q-qué me va a hacer?" La bella dominadora se relamió y, mientras rozaba sus sensuales labios contra su oreja, siguió secreteando: "Mmmmhhhh.... Bueno, después de pegarte hasta dejarte agonizando y tirarte a la calle... Voy a hacer que te encierren... Y me van a hacer caso porque nadie se atreve a desobedecer a una mujer tan hermosa, distinguida y rica como yo... Pero lo peor es que voy a visitarte todos los días... Toda vestida en cuero y pieles, re maquillada y enjoyada... Y todos los días voy a ir con un chico distinto, y me lo voy a apretar delante tuyo, y no sólo eso, le voy a hacer todas las cosas que te estuve haciendo, le voy a pegar, lo voy a morder y pajear todo... Y me voy a reir de vos y a recordarte que NUNCA, NUNCA más vas a recibir las caricias de mis manos enguantadas... Y me voy a ir para seguir divirtiéndome con mis amantes en casa... Mmmmmhhhh, sí.... Y voy a dar la orden de que cuando te devuelvan a tu celda... Te aten las manos, para que ni siquiera puedas tocarte... ¡Mmmmhhhhh, qué idea DIVINA! ¿No te parece?" Y a continuación, lanzaba una carcajada sensual, para luego seguir devorándolo, sin dejar de acariciar al chico hasta llevarlo a límites insoportables.

Una vez asegurada la integridad de sus guantes nuevos, Lady Spanker se dedicó a atormentar al muchacho. Primero le preguntaba con la voz más seductora e irresistible si iba a hacer todo lo que ella le dijera, a lo que por supuesto contestaba que sí; y luego iba imaginando pruebas de obediencia cada vez más osadas: "¿Vas a hacer todo lo que yo te diga? ¿Mmmh?"¿Vas a gastar todos tus ahorros en un visón para mí?" "¿Vas a arrastrarte siempre delante de Mí?" "¿Vas a dejar que te pisotee, para luego llevarme sobre tu espaldita a donde yo te diga?" "¿Vas a ponerte en cuatro patitas como si fueras un sillón, para que yo reciba a mis novios?" "¿Vas a matar a tu mami para regalarme todas sus cosas?" Presa del hechizo de las manos de Lady Spanker, el chico contestaba "¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!", incluso horrorizado de sí mismo, pero sin alternativa. Luego, Lady Spanker procedía a torturarlo por esto mismo, humillándolo por su completo sometimiento, riendose de él y de lo dominado que lo tenía, y cuando el joven enamorado intentaba defenderse, ella lo acariciaba de un modo que lo dejaba sin aliento y con los ojos en blanco. La bella y malvada mujer se divirtió haciendo sufrir de este modo a su amante una y otra vez durante horas.

"Y lo mejor de todo", susurró sonriendo Lady Spanker, "es que NUNCA me sentiré satisfecha contigo. Porque seamos sinceros, cariño, ¿hay algo en esta Tierra que sea digno de una mujer tan bella y perfecta como yo? ¿Mmmmhhh?" Y el chico no tenia más remedio que rendirse ante esta lógica implacable. "Así que, mi chiquito, cuando me traigas mi nuevo tapado de visón andá preparando la colita... Porque te la voy a dejar morada a chirlos... ¡Y con razón!"