Tuesday, July 08, 2008

El Orfanato de Lady Spanker (Capítulo 4)




Los pantalones del chiquillo cayeron y a la lujuriosa Señora se le escapó un jadeo al contemplar el blanco calzoncillito, deformado por una enorme erecciòn y coronado por algo de humedad. Una vez más, jugueteó con el bulto palpitante mientras le echaba al pequeño Bruno una mirada lasciva y ronroneaba un "Mmmmhhhh..." que llenó al muchacho de una mezcla de inquietud y excitación.

Luego, mientras el puño de Lady Spanker apretaba con brutalidad el manojo de cabellos con que mantenía aprisionado al muchacho, su otra mano iba desapareciendo dentro de su calzón lenta y sensualmente, provocándole unas maravillosas y por primera vez experimentadas cosquillas en el bajo vientre.

Entonces comenzó para el chico un verdadero infierno de placer, bajo el hechizo de la maravillosa mano enguantada de Lady Spanker. La cruel e increíblemente hermosa dominadora lo sometió a sus más voluptuosas caricias, acariciándole a un tiempo todo lo largo del frente del pene y cosquilleàndole los testículos con la punta de sus felinas uñas, apretándoselos amenazadoramente pero sin llegar a producirle un dolor que lo arrancara de su embrujo, jugando alternativamente con una y otra pelota, tomando su puntita con el puño y bombeándosela hasta producirle un picor insoportable y lujurioso. Cada tanto le realizaba ua caricia que superaba en sensualidad a las anteriores, mientras al mismo tiempo lo inmovilizaba con un "beso de piraña" (los labios sensuales y pintados cubriéndole la boca por completo, mientras le echaba un mordiscón violento y excitante en derredor de sus labios), cosa que hacía perder el conocimiento del chico durante unos segundos.

Luego de arrastrarlo (sin soltar su pajarito en ningún momento) hasta su trono para atormentarlo con más comodidad, Lady Spanker continuó con la sublime paja durante horas, tratando de llevar al chico a la agonía; pero éste se resistía, por temor a disgustar a su Reina. Entonces la exquisita mujer aprovechaba su Poder para -sin dejar de manosearlo descaradamente- torturarlo verbalmente, diciéndole cosas tan espantosas y amenazadoras que no nos atrevemos a repetir aquí, obligando al chico a promesas de esclavitud, sumisión y sacrificio que no serían capaces de cumplir ni diez generaciones de hombres; por supuesto, de cualquier modo Lady Spanker tenía planeado destruirlo esa misma noche, así que su utilidad sería muy relativa, pero la sola aceptación de esta infinita sumisión halagaba la vanidad de la Justiciera en cuero, además de aumentar su Poder aún más.

La mente del chico fue recorriendo diversos estados, tales como amor, pérdida completa de la razón, llanto e incluso momentos de rara lucidez donde se preguntaba cómo las caricias de Lady Spanker iban a curarlo de su Amor; más bien le parecía que, si continuaba así, le sería imposible dejar de pensar en ella ni por un segundo por lo que le restaba de vida. Así se lo planteó, en un rapto de audacia, a su reina, que le contestó con cándida sabiduría: "Sinceramente, eso no me importa, mi chiquito; lo único que deseo e este momento es seguir atormentándome con mi mano enguantada, ya que me da mucho placer, lo que es infinitamente más importante que cualquier cosa que te pueda pasar, ¿no te parece? Además, mi cielo, estoy pensando en matarte antes de medianoche, así que tus dudas me tienen sin cuidado", para luego volver a obsequiarle con una de sus caricias asesinas y un Beso Mortal.
La hermosísima mujer continuó torturando al chico, riéndose de su sufrimiento y su excitación, que lo hacía temblar descontroladamente para aguantar su eyaculación, ya que entre otras cosas Lady Spanker le había prohibido ensuciar sus guantes... Hasta que, sólo por diversión, decidió dejarse invadir por una fría cólera. Insultando con desprecio al chico por su inferioridad y sin dejar de pajearlo, comenzó a nalguearlo sin la menor piedad. El pobre Bruno, entonces, se vio envuelto entre dos Infiernos: el del placer insoportable y el doloroso ardor en su cola, que almismo tiempo le resultaba terriblemente excitante, sin contar con el peor infierno de todos: el de la insatisfacción demostrada por su Ama, que lo hizo estallar en lágrimas.

A pesar de que Lady Spanker adoraba hacer llorar a sus chiquillos más que cualquier otra cosa, se mostró majestuosamente enfadada, cosa que la excitaba y la volvía insoportablemente bella, así que con una simple caricia dejó que su chiquito llegara al éxtasis, que tembló durante tres minutos sintiéndose morir; y regañándolo con crueldad por su falta de control (mientras reía por dentro), colocó a su chiquito sobre su regazo para pegarle con más comodidad, y continuò pegándole sádicamente mientras encendía un cigarrillo colocado en su larguísima boquilla de platino.


A pesar de la absoluta adoración y obediencia que profesaba por su Ama, por momentos no podía evitar que su cuerpo, desobedeciendo a su corazón, intentara huir de las exquisitas nalgadas de su Ama, por la sencilla razón de que el ardor por momento llegaba a límites inhumanos. Claro que era imposible huir de los fuertes y maternales brazos de Lady Spanker, que lo acomodaban nuevamente en pocisión, porque de ningún modo se le pasaba por la cabeza dejar de lastimar s su chiquito. Entonces, sin dejar de pegarle ni por un segundo, Lady Spanker fingía un nuevo enojo y se dedicaba a torturar verbalmente al pobre chico: "¿Te DAS CUENTA de lo injusto que es que un chiquito tan insignificante como tú esté bajo el mismo techo que una Dama tan increíblemente hermosa, sexy, elegante, rica y distinguida como Yo? ¡Sólo por existir mereces que te pegue hasta matarte, muñeco! Deberías arrastrarte de gratitud por el hecho de que mis DIVINOS guantes de cuero negro estén tocando tu colita de bebé!" El chico pedía perdó, sollozando, y entonces la bella dominadora lo tomaba de la cabellera con crueldad y lo obligaba a mirarla, provocándolo con voz susurrante y autoritaria al mismo tiempo: "Si no fuera, mi cielo, por lo lindo que eres cuando lloras de miedo y de vergüenza ante mi Divina Presencia, ya te habría despedazado con mis tacos altos hace tiempo... Mmmhhh, no es mala idea... ¡Creo que voy a hacerlo de un momento a otro!" El muchachito, a su pesar, volvía a sentirse terriblemente excitado, al tiempo que moría de miedo; hasta que segundos después su Reina arrancaba nuevamente con las nalgadas, y entonces sólo le era posible pensar en el dolor.







Al cabo de dos horas, el dolor del chico era indescriptible y la visión de su cola, cubierta de moretones, excitaron tanto a Lady Spanker que decidió que era hora de subir un nuevo peldaño de sufrimiento. Pero antes decidió gozar de un larguísimo orgasmo, lanzando jadeos mortales que coinidieron con los últimos veinte salvajes chirlos, que llevaron al muchachito al desmayo.